Las investigaciones
realizadas sobre la conjura antirrepublicana de 1936
permiten asegurar que, antes del levantamiento de
Marruecos, un grupo de oficiales del Batallón de
Ametralladoras destinado en Almería conocía la
conspiración o, al menos, simpatizaba con ella. Esos
oficiales, algunos relacionados con Falange
Española, presionaban sobre el responsable de la
unidad, teniente coronel Huerta Topete, que tenía
una actitud poco entusiasta y vacilante. Muy
próximos a los conspiradores estaban el coronel jefe
de la IV Zona y el segundo jefe de la Comandancia de
Carabineros. Frente a éstos, también había militares
claramente pro-gubernamentales como el teniente
coronel Isaac Llopis, primer jefe de la citada
Comandancia.
Por otra parte, los
partidos políticos que apoyaban el levantamiento
tuvieron muy limitada su participación. En
primer lugar, porque no formaban un núcleo
cohesionado; incluso, entre ellos, había
planteamientos excluyentes. En segundo lugar, porque
la actuación gubernativa, con detenciones y
vigilancias, había creado problemas en los cuadros
dirigentes de esos partidos. Finalmente, porque los
jefes militares no habían querido aceptar sus
ofrecimientos de colaboración antes de que se
produjera la insurrección.
Rafael
Quirosa-Cheyrouze y Muñoz.
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