Bombardeos de la Gran Vía de Madrid durante la batalla por la ciudad. Fuente: Guerra y Revolución en España 1936-1939
La presente introducción no tiene como razón de ser la
descripción pormenorizada del inicio de la Guerra Civil Española. Más bien
tratan de dibujar el contexto en el cual, posteriormente se podrá analizar más
concretamente la historia de la contienda española en el Parque Lineal. Así mismo tampoco
deberá ser tenida en cuenta para concienzudos análisis históricos o técnicos
sobre el conflicto, estando, como cabría esperar en casi cualquier texto que
hable de nuestra guerra, no exenta de subjetividades.
El 17 de Julio del año 1.936 se producía una
sublevación militar, de ideología ultranacionalista, en el corazón del ejército
de Marruecos. El golpe de Estado se extendía a las pocas horas a la guarnición
de las Islas Canarias y a la de Cádiz, donde llegó un Tabor de Regulares
(batallón de tropas indígenas marroquíes) y la 5ª Bandera del Tercio de la
Legión a bordo del transporte «Ciudad de Cádiz» y del destructor «Churruca». Se
usa así la marina republicana, que justo después mostrará casi al completo su lealtad
a la República, quizá ya demasiado tarde, cuando la marinería lograra anular al
reducido grupo de oficiales golpistas.
El día 18 los «resortes del poder» habían saltado en
todas partes o estaban a punto de saltar. Las ocho regiones militares, la comandancia
exenta de Asturias y las de Baleares siguieron el camino de las fuerzas armadas
de Marruecos y Canarias el día 17. El hecho consumado, saliendo a la calle y
proclamando el estado de guerra, dependió en cada sitio de diversos factores”.
Así nos cuenta Juan Modesto como la pasividad del Gobierno de la República, en
un desesperado intento de evitar el baño de sangre, deja vía libre a los mandos
de los distintos acuartelamientos para secundar el golpe militar.
Desde aquí pretendemos modestamente situar el contexto
que precedió a la Batalla por Madrid, destacando acontecimientos que creemos
relevantes o que pudieron influir en esta acción de guerra. Sólo así podremos
entender el porqué de los restos que hoy se encuentran en el Parque Lineal y
alrededores, el quien, el cómo y el cuándo de un comportamiento humano que hoy
queda desdibujado en la parquedad de los estériles cortados yesíferos que
bordean al Manzanares.
El inicio de la Guerra
en Madrid: del Cuartel de la Montaña al EPR
La Batalla por Madrid debería esperar al
mes de noviembre, tras el veloz avance de las tropas rebeldes viniendo del sur.
Pero antes incluso de este rápido avance Madrid ya estaba sitiada por el norte.
El golpe de Estado triunfó por encima de la sierra de Guadarrama, ante quizá cierto
desacierto del Gobierno, siendo el general Mola (desde Pamplona) su máximo
responsable. Sin embargo este ejército carecía del empuje y la experiencia de
las tropas de Marruecos, además de tener importantes problemas de
aprovisionamiento. Hasta no tener el apoyo del ejército del sur, una vez tomado
Badajoz, no hubo cambios importantes en la situación estratégica.
Mientras, en el sur, Queipo de Llano
imponía violentamente el triunfo nacionalista en Sevilla, esperando la urgente
ayuda del ejército de África, que llegaba con cuentagotas en arriesgados vuelos
con viejas aeronaves. El estrecho estaba en poder de la marina republicana
pero, en un grave error táctico, se permitió el paso una a una de las
diferentes banderas de la legión. Los días siguientes al 17 de julio sirvieron
para armar las columnas africanas, las de la “Muerte” - como eran llamadas por
los republicanos - que desde el sur, abrigados y defendidos por la frontera
portuguesa, deberían enlazar con el ejército del Norte y tomar Madrid de inmediato.
Son los primeros días de la sublevación
militar y la República desconoce con qué fuerzas cuenta. Parte del ejército
permanece fiel al Gobierno democrático, pero en muchas ocasiones los mandos
titubean y es la población civil quien se encarga, mal pertrechada e incluso
parcialmente desarmada, de la defensa de su ciudad o de su pueblo.
En Madrid hay cierto desorden y en un
primer momento son pistoleros proinsurgentes los que toman las calles
principales y los edificios más accesibles a sus propósitos, disparando
abiertamente a la población, con el objetivo de extender el terror y así
ablandar la salida de las tropas de sus cuarteles y evitar lo que
posteriormente sucedería.
Situación de la sublevación militar en julio de 1.936
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete
Dos días después del golpe de Estado, el
general Fanjul, conspirador contra la República, entra de paisano con total
libertad en el Cuartel de la Montaña (muy cerca del emplazamiento actual del
Templo de Debod), para hacerse con las tropas y tomar los puntos vitales de la
capital. No hace esto y en su lugar proclama el estado de guerra y se
atrinchera en las instalaciones militares.
Cuando el pueblo en la calle, en poderosas manifestaciones, pedía «armas»,
el Gobierno respondía esta vez en una Nota Oficial, radiada a las 15.15: «…el
mejor concurso que se puede prestar es garantizar la normalidad de la vida
ciudadana para dar un ejemplo de serenidad y confianza en los resortes del
poder.»
Juan Modesto (Yo Soy del Quinto
Regimiento)
El Cuartel de la Montaña guarda en sus
instalaciones más de 50.000 cerrojos de fusil, imprescindibles para los
correspondientes fusiles que estaban en poder de la República. Aunque el Estado
Republicano se negó en un principio a dar armas a la población civil, la
situación se hará insostenible ante el rápido avance nacionalista y el Cuartel
de la Montaña es tomado al asalto por guardias leales y cientos de ciudadanos
civiles de Madrid el día 20 de julio, con la ayuda de la aviación, ya que las
milicias apenas podían disponer de armas.
La toma del cuartel causa numerosas
bajas en ambos bandos y aún hoy es controvertido en su desarrollo, ya que
dentro del propio edificio, una buena parte de los militares quisieron permanecer
fieles a la República, siendo represaliados allí mismo. El asalto final produjo
desmanes por parte de una exaltada muchedumbre. Los presos hechos en el asalto
ingresan en la cercana cárcel Modelo, lo que supondrá un grave problema meses
después, cuando Madrid esté a punto de caer y se produzcan los desmanes de las
sacas y los fusilamientos incontrolados.
El dibujante Helios Gómez, junto con un grupo de trabajadores, en
corbata... probablemente la gente salió de sus oficinas y puestos de trabajo
ante la noticia de la sublevación del Cuartel de la Montaña, en el mismo
corazón de Madrid, a combatir de manera ciertamente improvisada. Muchos de
ellos murieron en el feroz asalto junto a los que resitieron dentro.
Fuente: http://barahona.blogcindario.com/
Fuente: http://barahona.blogcindario.com/
La toma del Cuartel de la Montaña es paradigma del desorden de la totalidad
de lineas republicanas al comienzo de la guerra, de las que no se conocían
efectivos o estos estaban desprovistos de medios materiales para responder a la
agresión militar armada. Tal confusión en las atribuciones y en la organización
fue, a pesar de la creación del Ejército Popular Republicano (EPR) en
octubre del 36, la asignatura pendiente de las tropas leales durante todo el
conflicto.
El EPR integró de la mejor manera
posible a los militares que guardaron lealtad, los medios materiales que estos
controlaban y las distintas milicias de civiles que de manera espontanea se
fueron creando alrededor de las organizaciones sociales, políticas y
sindicales. Frente al EPR se encontraba un ejército bien equipado y,
especialmente el que avanzaba sobre Madrid, entrenado en la guerra de África.
Quizá por todo esto, las columnas
sublevadas avanzaron con cierta rapidez, aunque encontrándose a su paso con
tenaces resistencias alentadas por el ideario republicano, que con más pasión
que acierto táctico, defendieron con sus vidas la toma de Madrid. Poblaciones y
gentes que, como la de Badajoz, se encuentran a cientos de kilómetros de la
capital madrileña.
En esta enrarecida atmósfera se comienza
a fraguar la Batalla por Madrid y la población, pese a lo pensado por las
tropas golpistas y por los propios responsables republicanos, se atrinchera. Se
comienzan a hacer fortificaciones, polvorines, trincheras, parapetos, nidos
para armas automáticas y un sinfín de construcciones de diversas
características, heterogéneas y en un primer momento mayoritariamente civiles,
en diversos puntos de la ciudad considerados de importancia estratégica.
El camino hacia
Madrid: Badajoz
Corría el mes de Noviembre de 1936 y las
tropas nacionalistas se preparaban para un rápido asalto a la capital de la
España Republicana. El ejército de África, que mezclaba tropas de legionarios y
tabores marroquíes, saltaba de Sevilla a Badajoz y de allí a Toledo, desde
donde lanzaba el órdago a las desorientadas milicias que defendían Madrid.
El rápido avance de las tropas nacionalistas hacia Madrid era un preludio
de la Blitzkrieg, la “guerra relámpago” que llevaría a cabo la Alemania
Nazi en la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era llegar a Madrid lo antes
posible para defenestrar al Gobierno Republicano y así hundir las expectativas
y moral de un ejército de circunstancias.
La “Columna de la Muerte” fue el sobrenombre de estas tropas que
empezó a circular por la España republicana. No era casual y la historia de
Badajoz no ayudaba. Bajo el abrasador sol de agosto se pudrieron en sus calles
cientos de milicianos asesinados indiscriminadamente tras la toma, a sangre y
fuego, de la ciudad por el entonces teniente coronel Yagüe, quien no tiene
reparos al confesar, entrevistado por el periodista estadounidense John T.
Whitaker, lo siguiente:
Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar cuatro
mil rojos conmigo mientras mi columna avanzaba contrarreloj? ¿Suponía que iba a
dejarles sueltos a mi espalda y dejar que volvieran a edificar una Badajoz
roja?
Juan Yagüe (Teniente Coronel
nacionalista)
Los habitantes pacenses habían sufrido
la noche del 12 de agosto un bombardeo aéreo que, junto a la artillería que
asolaba las antiguas murallas de la ciudad, permitió a Yagüe abrir una brecha
en la defensa del siglo XVIII y entrar en una población sin luz y destrozada.
Para ello la colaboración de las autoridades portuguesas fue crucial. Dos
batallones republicanos defendieron Badajoz frente a los catorce nacionalistas
que la tomaron el día 14.
Lo que vino después fue un secreto a voces contado por los propios
periodistas que viajaban y simpatizaban con el ejército sublevado: “Hay
quien habla de 2000 fusilados” - señala el periodista portugués Mario Neves
- “No deben de ser tantos...” - respondió Yagüe.
En Noviembre de 1.936 comienza la Batalla por Madrid al ser cercada la ciudad.
Por el sur las tropas de África intentarán entrar a “fuerza viva”
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com)
Por el sur las tropas de África intentarán entrar a “fuerza viva”
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com)
El ejército de África, vencido Badajoz, enfila el río directo a Madrid,
para pasar a llamarse el “Ejército del Tajo”. En ese trayecto la
República no disponía de fuerzas adecuadas para repeler la agresión del Tercio
y de los Regulares indígenas, dibujándose una situación nada propicia para la
defensa, comentada esta de manera inmejorable por Juan Modesto. Las tropas leales,
sin apenas formación, sorprendidas la mayoría de las veces por una vivísima
agresividad rebelde, y casi siempre muy complicadas de gobernar en campo
abierto, se vieron una y otra vez arrolladas por las del Tajo en su camino a
Madrid. Las proporciones de bajas, de veinte a uno, eran por sí mismas
escandalosas.
En ellos se enfrentaron un ejército organizado [...] -infantería,
artillería, caballería y aviación-[...] cuyos combatientes eran soldados de
oficio, algunos con diez-quince años de profesión, dotado abundantemente de
material, contra formaciones milicianas en gran inferioridad numérica, de las
que las más hechas tenían de 7 a 8 semanas de vida, equipadas con armamento de
fortuna y poquísima munición[...]
Juan Modesto (Yo soy del Quinto
Regimiento)
La horrible experiencia extremeña es
crucial, ya que enardece los sentimientos e infunde el pánico en los habitantes
madrileños. Las milicias, fuera de control por parte del Estado republicano,
imparten justicia sumarísima, sucediéndose actos de dudosa valentía en un
Madrid que creía ser el próximo Badajoz, abonado por el terror e inmerso en un
vacío de poder por la salida el 6 de Noviembre del Gobierno Legitimo hacia
Valencia. Madrid parecía entregado así a los nacionalistas. El control de la
ciudad es inexistente y la única organización que parece hacerse con un mínimo
control de la situación es el Partido Comunista y su Quinto Regimiento, que se
disponen a defender la capital de la España republicana a cualquier precio, sin
Gobierno, sin ejército, sin apenas armas y sin organización ni experiencia
bélica.
Una hilera de despachos; todas las puertas están abiertas de par en par,
brillan las lámparas que cuelgan del techo; sobre las mesas, mapas abandonados,
documentos, comunicados, lápices, blocs llenos de notas. Ni un alma. He vuelto
al portal. Delante, más allá del jardín, en la calle de Alcalá, la oscuridad es
absoluta. Se oyen unos disparos, el espantoso alarido de una persona y luego
risas. El chófer se ha alarmado; es el chófer de turno, hoy no ha sido
relevado, no ha comido; me pregunta si no se puede retirar, desearía buscar
algo de comer. Las agujas del reloj de pulsera brillan, señalan las diez y
cuarenta y cinco minutos. Dentro de hora y cuarto será el siete de noviembre.
No, en esta noche, querido Madrid, no es posible abandonarte.
Mijail Koltsov (enviado del Pravda)
En los primeros días de noviembre,
recuperado el Alcázar de Toledo por las tropas rebeldes y en camino veloz y
directo hacia Madrid, se producen los lamentables fusilamientos de Paracuellos,
por distintas milicias republicanas, en una ola de locura revanchista y de
total desgobierno. En este contexto, mientras las bombas alemanas e italianas
comienzan a asolar Madrid, los oficiales prisioneros en la Cárcel Modelo son
trasladados a lugares más alejados del frente para evitar su nuevo
reclutamiento por los insurrectos. Serán posteriormente interceptados para ser
fusilados y enterrados en fosas comunes. Es la historia negra de la República,
las sacas de presos fueron frecuentes en las primeras fases de la Batalla por
Madrid. La República, tardará aún un tiempo en controlar este tipo de
situaciones, aunque partir de diciembre no volverá a haber hechos
significativos de este tipo en la retaguardia republicana.
En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres
mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o
se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de
oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente,
aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello.
Mijail Koltsov (enviado del Pravda):
El terror de los bombardeos se estrena a nivel mundial en la capital de
España, y la enigmática sombra de la “quinta columna” planea sobre la
capital. El general Luis Mola habla de ella preguntado por un periodista sobre
cual de sus columnas tomaría primero Madrid. Mola responde que “la quinta”,
columna inexistente. Era la estrategia que seguirían decididamente los
sublevados en la Batalla de Madrid, generando y manteniendo un terror muy
rentable, heredado directamente de los acontecimientos de Badajoz. El propio
Mola, seguro de su superioridad, anuncia que tomará un café en alguna castiza
calle de Madrid. Las palabras de Mola sólo perjudican aún más a sus
simpatizantes, presos ahora en las cárceles madrileñas y presos de una paranoia
colectiva en un Madrid abandonado a su suerte. Muchos serán víctimas de las
sacas.
El avance. La defensa.
Madrid se atrinchera
José Miaja. Las burlas al general encargado de la
defensa de Madrid fueron constantes. Su tosquedad, su expresividad simplona, le
hacían blanco fácil de las críticas de sus enemigos. Koltsov nos lo describe
vivamente: "Miaja es un hombre viejo, alto, rubicundo, totalmente calvo,
de mejillas flácidas, fofas, con grandes gafas de carey. Tiene aspecto de
lechuza. Se exalta, se enoja, se da golpes al pecho y al vientre"
Vicente Rojo, Jefe de la defensa de Madrid (Estado
Mayor de las Fuerzas de Defensa
En octubre es nombrado jefe del Estado
Mayor de las Fuerzas de Defensa a Vicente Rojo, encargado desde ese momento por
la Junta de Defensa de diseñar un plan para la resistencia de Madrid. Estará al
mando del General José Miaja, presidente de la Junta de Defensa de Madrid. El
Gobierno se refugia en Valencia el 6 de noviembre ante la inminencia de la
caída madrileña.
La Junta de Defensa se crea para aliviar
el gran vacío de poder que se produce en la capital tras el traslado de todos
los Ministerios a Valencia. Es el Ayuntamiento en funciones en los finales del
36 y comienzos del 37. El objetivo de esta Junta era evitar la desbandada
general y guardar lo mejor posible las formas de un Madrid donde eran
frecuentes las “checas” milicianas, además de eliminar cualquier movimiento
“quintacolumnista” e intentar una defensa de Madrid que a esas alturas ya nadie
creía posible. La tarea parecía inviable y sin embargo el plan defensivo
diseñado por Vicente Rojo fue realmente efectivo.
La creación de la Junta de Defensa y el
nombramiento de su presidente, José Miaja, ponía de manifiesto la total
desconexión entre Gobierno y defensores de la capital. Miaja era un general con
una hoja de servicios poco brillante, a quien parece entregársele una misión
imposible. El gobierno abandona la capital por sorpresa, con el pensamiento de
que sería mejor entregarla y organizar la defensa desde el exterior. Esta
postura era la defendida por el general Asensio. Es este general el que entrega
a Miaja un sobre con la instrucción de abrirlo al día siguiente, no antes. En
él se detalla la salida del Gobierno y la orden de defender Madrid. El retraso
de su apertura parece indicar que Largo Caballero esperaba que para entonces la
ciudad ya estuviera en manos nacionalistas. La carta, por su enorme valor, es
reproducida aquí. Miaja sospecha la jugada y la abre ilegalmente:
Para poder cumplir su tarea principal de defensa de la República, el
gobierno ha decicido salir de Madrid y encarga a Su Excelencia de la defensa de
la capital a cualquier precio. Para ayudarle a cumplir esta dificil tarea, en
Madrid se crea, aparte del aparato administrativo habitual, una Junta de
Defensa, con representantes de todos los partidos políticos que forman parte
del gobierno y en la misma proporción. La presidencia de la Junta se asigna a
Su Excelencia. La Junta de Defensa tendrá plenos poderes del gobierno para la
coordinación de todos los recursos necesarios a la defensa de Madrid, defensa
que se prolongará hasta el fin. Si, pese a todos los esfuerzos, resulta
necesario entregar la capital, se encarga dicho órgano de la salvación de todo
el material de guerra, así como de todo cuanto pueda tener valor para el
enemigo. En este caso, las unidades deben retirarse en dirección a Cuenca, para
crear una línea de defensa en el lugar que indique el mando del frente central.
Su Excelencia está subordinada al mando del frente central, con el cual deberá
de mantener enlace constantemente, en lo que respecta a las cuestiones
operativas militares. De él recibirá, también, órdenes de defensa así como de
suministro en material de guerra e intencencia. El Estado Mayor y la Junta se
instalarán en el Ministerio de la Guerra. En calidad de Estado Mayor se le
transfiere el Estado Mayor Central, excepción hecha de la parte que el gobierno
estime necesario tomar consigo.
Mijail Koltsov ("Diario de la
guerra en España")
El ataque a Madrid,
noviembre de 1.936. Se destaca la posición de la Casa de Campo, por donde
entran las tropas rebeldes, y la del municipio de VillaVerde donde se combate
duramente por el control del Cerro Basurero. Fuente: Instituto Bachiller Sabuco
Albacete
Desde Toledo avanzaban las tropas
africanas que debían entrar en Madrid y el 6 de noviembre es tomado el pueblo
de VillaVerde, lo que hoy es VillaVerde Alto, lugar que las tropas rebeldes
usarán como base junto con Carabanchel y el aeródromo de Cuatro vientos. El día
7 las tropas nacionalistas avanzan por la carretera de Toledo a través del
municipio de VillaVerde y es allí donde los soldados republicanos cortan su
avance. Establecido momentáneamente el frente, las tropas del Gobierno capturan
un tanque enemigo en la carretera de Toledo, seguramente al norte de
VillaVerde, y en su interior lo que más tarde resultó ser la orden de
operaciones para la toma de Madrid. Un golpe de suerte en tiempos difíciles.
Enrique Lister:
Comandante del 5º Regimiento que defendía VillaVerde
Comandante del 5º Regimiento que defendía VillaVerde
El documento llega a Miaja quien no puede dar crédito de la inmensa torpeza
y atrevimiento de los rebeldes. En los planes se establece, con cierto
desprecio hacia el ejército contrario, que se tomará Madrid por la Casa de
Campo, por sorpresa, y de ahí al Manzanares que sería cruzado por los puentes
hasta la completa ocupación de la capital. Desde el Cuartel de la Montaña se
pretendía tomar Madrid a “fuerza viva”. Se nombran incluso los puestos
de mando de cada columna una vez finalizada la batalla. Resultaba evidente
además que toda la operación debería durar a lo sumo un día, para evitar que el
ejército republicano tomara posiciones y se atrincherara.
Los corresponsales de guerra de países afines a la causa rebelde, tendentes
a adelantar las derrotas de los soldados leales, aprovechaban en sus
fantásticas crónicas el vacío de poder generado por la marcha del Gobierno a
Valencia. Incluso “hubo quienes, en sus alucinaciones, habían visto a los
soldados del Tercio de Extranjeros en la Puerta del Sol y a la caballería mora
cabalgando por la plaza de España.” (V. Rojo).
Estos planes tan optimistas, sin duda
debidos al rápido avance desde el sur, presentaban un ataque directo e incisivo
por la zona boscosa de la Casa de Campo, lo que dibujaba un frente envolvente para
las tropas republicanas. Tal posición de favor, regalada por la mala
planificación del enemigo, precipitó el contraataque de Barceló y Galán por el
flanco derecho y Prada y Lister por el izquierdo. Este último combatiría
duramente al norte de VillaVerde, generando un frente del que hablaremos con
más detalle en el capítulo del Frente del Parque Lineal, pero que dejaba las
lineas en campo abierto, en lo que hoy es Euskalduna, Rosales, Nuevos Rosales y
en general todo el barrio de Butarque.
La Batalla por Madrid, 7 de noviembre de 1.936.
El ejército nacionalista penetra por la Casa de Campo y
comienza a ser “envuelto” por el republicano.
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com/)
El ejército nacionalista penetra por la Casa de Campo y
comienza a ser “envuelto” por el republicano.
Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com/)
[...] Antes de las 6 de la mañana del día 8, todas las unidades del frente
estaban alerta. No se ocultó ni desfiguró el peligro a los combatientes ni a
las gentes de la ciudad, a todos los cuales se dirigió el Comte. de la Plaza
con una lacónica arenga: “Las fuerzas del enemigo, con todos sus elementos,
están atacando Madrid. Espero de todos vosotros que no retrocedáis un solo
paso. Quien dé orden en tal sentido será considerado faccioso y como tal debe
ser tratado; de mí sólo se recibirá la orden de avance. Os felicita por la
brillante actuación de hoy, vuestro general: Miaja.
Vicente Rojo (La Defensa de Madrid)
Desde el mismo día de la sublevación
militar, las tropas rebeldes tenían como objetivo la toma a toda costa de
Madrid. De esta manera, los insurgentes “subordinaron sus planes operativos y
dedicaron las fuerzas más selectas de que disponían: españolas, marroquíes,
tercio, italianas, alemanas, portuguesas y una brigada irlandesa, así como sus
mejores medios de combate, de procedencia, como es notorio, alemana e italiana
principalmente.” (J. Modesto) Evidentemente fracasaron en el intento a costa de
grandes bajas, suponemos hoy que bastante más equilibradas que las producidas
en la loca carrera del ejército del Tajo hacia Madrid.
Este ataque frontal de noviembre, que da nombre a la Batalla de Madrid y
que Vicente Rojo describe desde la lectura de la orden capturada al enemigo
como “a fuerza viva”, se extiende formando un arco desde la Ciudad
Universitaria hasta VillaVerde, pasando por la Casa de Campo, lugar por donde
debieron haberse introducido los invasores.
El fracaso rebelde de su obstinada y presuntuosa toma de Madrid no debió
ser ni mucho menos sencillo. La capital aún se defendía con un ejército de
circunstancias, formado en buena parte por civiles como el poeta Miguel
Hernández en algún cuartel de Madrid “al que yo había llegado unas noches
antes desde mi pueblo. Me dieron un fusil. Lo cogí como una cosa extraña y me
lo eché al hombro. Me avergonzaba confesar que no sabía manejarlo [...]”
Durante los días de noviembre que duró la batalla principal, el intento de
toma frontal y “a fuerza viva” de Madrid, fue confuso y difícil el
control del ejército de milicianos. No debió ser sencillo cambiar el cotidiano
oficio de cada ciudadano por el de militar de primera linea, inserto en una
jerarquía castrense que exigía la ausencia inmediata de dolor, de miedo, o de
al menos someterlos a un control personal para hacerlos dóciles a la
instrucción militar.
Escenas que debieron ser trágicamente
normales como las de la Plaza de Moncloa que, de pura casualidad fue zona
elegida por el enemigo como lugar por donde quebrar la dura linea republicana,
el mismo día en el que el general Miaja lo inspeccionaba:
[...]Salimos a la plaza, para observar directamente el frente de la Ciudad
Universitaria, y culminó nuestra alarma al ver por dicha plaza, retirándose con
algún desorden[...], mientras otros combatientes, más valerosos desde sus
ametralladoras [...] hacían el fuego característico de las crisis del combate.
Fuego ciego, precipitado, en el que más que eficacia y buena puntería, se pide
a todos los santos que el arma no se encasquille. Nuestra presencia en la plaza
de la Moncloa, he pensado muchas veces -porque creo en Dios- que fue
providencial: los hombres que retrocedían en tropel se dieron cuenta de nuestra
presencia, reconocieron al general Miaja, lo proclamaron a voces y bastó esto
para que también en tropel volvieran a la línea de fuego, que aún no había
ocupado el atacante.
La Defensa de Madrid (Vicente Rojo)
Por el flanco derecho del ataque a Madrid, el insurrecto Teniente Coronel
Tella toma Getafe el 4 de noviembre y desde ahí el pueblo de VillaVerde y el
Cerro de los Ángeles (llamado Cerro Rojo en el bando leal por el episodio de su
efímera toma por Líster) en las dos siguientes jornadas. Cubriendo a
su vez su flanco derecho, y paralelos a la carretera a San Martín, hoy Avenida
de los Rosales, la caballería mora de Monasterio. Avanzan decididamente hasta
un enclave al norte del pueblo de VillaVerde: el Cerro Basurero, un antiguo
vertedero que será adelanto de las cruentas batallas que cercarán Madrid. En
una linea que iba encima mismo de la Carretera a San Martín y paralela al
Manzanares, Enrique Lister acosa al enemigo dejando el frente lejos de las
defensas naturales del río. El flanco Este de la Batalla por Madrid se vivió
intensamente en VillaVerde y lo que hoy es el Parque Lineal del Manzanares,
estando desarrollado en un extenso capítulo aparte del GIPL.
Batalla por Madrid: 14
de noviembre. Los frentes se han estabilizado notablemente y la maniobra
envolvente republicana deja las tropas rebeldes en una complicada posición que
será fortificada. Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete
Se puede decir que la Batalla por Madrid
comienza el 4 de noviembre de 1.936 cuando Getafe, Alcorcón y Leganés son
tomados por el ejército nacionalista. Finaliza el día 23 de noviembre, cuando
Franco ordena poner fin al ataque ante la delicada posición de sus tropas, muy
expuestas y dependientes de largas lineas de suministro. Además, la República
comienza a recibir un importante apoyo de efectivos humanos en las Brigadas
Internacionales que, pese a lo creído, no participaron masivamente en la
Batalla por Madrid.
El fin de la Batalla por Madrid no
supuso la lógica retirada del ejército derrotado a posiciones más cómodas, sino
que muy al contrario recibió la orden de fortificarse y de no ceder un solo
ápice de terreno. El objetivo era desmoralizar a las tropas republicanas,
aunque fuera a un altísimo precio. Las tropas leales, ya fortificadas,
continuaron un largo proceso, casi obsesivo, de atrincheramiento.
Tras el fracaso de la misión frontal, el
ejército rebelde lo intentará lateralmente en dos ocasiones más: la Batalla del
Jarama y la de Guadalajara, tendentes a estrangular la posición madrileña
tomando la carretera de Valencia. En ningún caso hubo éxito, pese a la gran
cantidad de bajas por ambos bandos. Los soldados de la Repúblican también
tendrán su gran ofensiva en Madrid: la Batalla de Brunete, aunque para ellos
tampoco el resultado fuera decisivo.
Madrid resiste
En noviembre de 1.936 la ciudad de Madrid
y su periferia sur y suroeste sufrieron un ataque frontal y contundente del
ejército nacionalista insurgente. Parecía claro ya entonces que la II Guerra
Mundial vivía su primer capítulo en la ciudad de Madrid.
Tropas bien preparadas funcionando como
un gran bloque, profesionales del oficio de la guerra, actuaron por tierra y
por aire, asediando la ciudad sin descanso, bombardeando por primera vez en la
historia un gran núcleo de población civil indefensa. Alemanes e italianos
ensayaron aquí el preestreno de su bélica actuación europea.
Frente a ellas un ejército creado a
marchas forzadas, mal equipado y poco o nada entrenado. Soldados de
improvisación movidos por el único empuje del sentimiento y la lealtad a la
democracia y a la libertad. Un difícil cuadro defensivo al que se le pidió que
resistiera a toda costa, que olvidaran el miedo y que estrenaran una valentía
que nunca sirvió de nada en los trabajos en los que hasta hacía apenas horas se
ganaban el pan. Pese a todo se alzaron con la muy honrosa victoria de la
Batalla por Madrid.
“Madrid será la tumba del fascismo”, decían. No fue así. Pero su
abnegada entrega, su lucha y su muerte no fueron en balde. Madrid jamás fue
tomado. Nunca estuvo tan clara la voluntad de un pueblo que, independientemente
del tamaño o la crueldad del enemigo, saldría a la calle a resistir, a
defenderse con lo que tuviera a mano, contra los dictadores, contra los
golpistas de cualquier época que quisieran robarles la libertad. Ese mensaje
sigue plenamente vivo, retumbando en la historia del mundo, de España y por
entre las trincheras del Parque Lineal, como un aviso a navegantes: Madrid
resiste.
La contienda española fue un bocado
difícil de digerir por las potencias extranjeras quienes, a excepción de
Alemania e Italia ayudando abiertamente a los rebeldes, vieron con muchos
recelos el conflicto, aislando internacionalmente a la República. Nos narra el
General republicano Vicente Rojo, encargado de la defensa de la capital, como
causó cierta sorpresa la tenaz resistencia de la ciudad, máxime ante la enorme
diferencia de medios y de efectivos en liza. Un agregado de alguna embajada
extranjera, suponiendo que el esfuerzo defensivo sería inútil ante tal
desigualdad, irrumpió en los despachos del Comando para con cierta prepotencia,
en medio de la confusión de las primeras horas y de la supuesta autoridad que
pudiera tener ante un ejército de simples ciudadanos, exigir la rendición de
las milicias:
-¿Pero por qué no se rinden ya?
-¡Porque no nos da la gana! -fue la réplica.
General Vicente Rojo - Así fue la
defensa de Madrid
|
|
|||
|
|
|||
|
||||
|
|
|
||
No hay comentarios:
Publicar un comentario