Carlos Artola
Reseña de España traicionada (Ronald Radosh, Mary R. Habeck, y Grigory Sevostianov, eds. Editorial Planeta, 2002, 628 páginas)
La bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca.
Se ha dicho que supera ampliamente a la existente respecto a cualquier
otro gran conflicto del siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial,
y es cierto. También hay que reconocer que ese gran caudal de memorias,
investigaciones, valoraciones y análisis, no ha asegurado hasta
el momento presente la existencia de un marco interpretativo de consenso
sobre los acontecimientos políticos y militares del período,
especialmente respecto a la zona republicana.
Ha sido persistente en el tiempo la idealización de la política
del PCE y de la intervención soviética en muchos trabajos
sobre la guerra civil, hasta el punto que puede decirse que la verdad fue
sacrificada al altar de las proximidades ideológicas por parte de
algunos historiadores. Un ejemplo de ello es la influencia de la versión
pro-estalinista ofrecida por Manuel Tuñón de Lara, la cual
creo escuela entre un cierto número de historiadores “progresistas”.
En cambio, los trabajos de autores extranjeros fueron, en general, más
fiables, pues a pesar de la ausencia de determinados documentos o de las
distintas valoraciones políticas, siempre resistieron mejor el peso
de la influencia comunista en la historización de la guerra española.
Lenta, pero inexorablemente, afloraron obras cada vez más importantes,
que cuestionaron la valoración comunista del conflicto. Entre ellas
destaca la magna obra de Burnett Bolloten (La guerra civil española,
publicada entre nosotros por Alianza Editorial). Pero tanto esa obras como
las interpretaciones y crónicas de numerosos protagonistas socialistas,
poumistas o anarquistas, fueron, durante la llamada guerra fría,
sometidas a un cierto aislamiento por "profesionales de la historia" que
concedían, en cambio, respetabilidad a las obras pro-comunistas.
Este es el contexto en el que se comprende que a pesar de la profusa
bibliografía existente puedan aparecer obras impactantes como España
traicionada, cuando han transcurrido tantos años desde el final
de la guerra civil. Este libro reúne una colección de 81
documentos, obtenidos en archivos soviéticos por Grigory Sevostianov,
que son acompañados de comentarios contextualizadores sobre la situación
de España durante la guerra. El interés de esta obra se fortalece
por la reproducción de una cierta cantidad de informes dirigidos
a Klemit Voroshilov, ministro soviético de Defensa, y a otros responsables
estalinistas, por parte de los consejeros y agentes soviéticos en
España. Esos informes corroboran en aspectos trascendentales la
interpretación antiestalinista sobre el papel jugado por Stalin
y sus agentes en España. Desde un punto de vista analítico
suponen, por tanto, la confirmación definitiva, en aspectos muy
importantes, de lo que habían sostenido en sus escritos historiadores
como Bolloten o numerosos militantes del POUM.
No estamos ante una obra de fácil lectura a pesar de las reflexiones
generales de los editores que anteceden a los documentos. Los informes
son densos y literariamente bastante obtusos, requieren en todo caso la
labor del historiador para un comentario quizás más detallado
del que ofrecen los autores de la obra. Por tanto, esos informes deben
servir para una futura labor de análisis pormenorizado.
Me parece que los principales elementos a tener en cuenta para la valoración
de estos documentos se sitúa en torno a los siguientes aspectos
centrales de la interpretación de lo sucedido en la España
republicana durante la guerra civil:
l-El PCE careció de autonomía, no fue
un partido nacional, sino que fue dirigido en todos los aspectos estratégicos
y en las decisiones centrales por los soviéticos, a través
de sus consejeros y de los delegados de la Komintern, durante toda la guerra
civil, como ya lo había sido en los años anteriores de la
Segunda República.
2-Los soviéticos condicionaron e influyeron
decisivamente en las decisiones militares más importantes de la
guerra civil española, atendiendo a los intereses diplomáticos
y a las valoraciones de los intereses propios de la Unión Soviética.
3-El PCE y los consejeros soviéticos mantuvieron
un acoso implacable contra todos los que no se plegaban a sus deseos. Eso
explica los ataques a Largo Caballero, al POUM o la obsesión contra
los anarquistas. La ofensiva contra Largo Caballero es objeto de informes
como uno de 15 de abril de 1937 donde se plantea con claridad la posibilidad
en dicha crisis latente de “intervenir enérgicamente para apresurar
la resolución” (recordemos que semanas después se produjo
la provocación que condujo a los Hechos de Mayo en Barcelona y a
la caída de Largo Caballero). Sobre el POUM se señala su
preocupación en febrero de 1937 por su implantación y por
su acercamiento a los anarquistas (documento 34, p. 185-186) y plantea
la necesidad de derrotar al POUM para hacerse más fácilmente
con la posibilidad de neutralizar a la CNT. Algunos como Marty, conscientes
de la dificultad de eliminar completamente a los anarquistas no dudan en
señalar que “después de la victoria nos tomaremos la revancha”,
p.93.
4-La entrega de armamento (pagada onerosamente y
por anticipado por el gobierno español) fue el instrumento fundamental
del chantaje al que fue sometida reiteradamente la República española.
Este hecho fue celosamente ocultado en la propaganda comunista basada en
la “ayuda desinteresada” de la URSS.
5-A partir de la caída del gobierno Largo
Caballero el proyecto soviético fue el control de todos los resortes
del poder estatal, sobre todo los militares como policiales, manteniendo
una fachada institucional republicana. La interpretación de que
ello constituyó un ensayo de democracia popular es plenamente acertado.
6-La represión contra el POUM respondía
al delirio totalitario soviético pero también era un instrumento
de debilitamiento de aquellos a quienes los rusos veían como sus
adversarios principales para el control absoluto de la República
española: los socialistas (los largocaballeristas primero y después
los prietistas) y los anarquistas.
7-El desarrollo de una revolución social en
grandes zonas de la España republicana (radicalmente en Cataluña
y Valencia), ajena al dominio y a los intereses estratégicos de
la URSS, provocó en la política comunista un doble proceso:
debilitar como fuera esa revolución social para poder consolidar
el poder institucional del PCE apoyado por los rusos. Los comunistas eran
perfectamente conscientes de la existencia de esa revolución, como
se dice en un informe de Marty en octubre de 1936: “Los trabajadores gestionan
las empresas, pero no saben como dirigirlas. Los anarquistas tienen el
control de todo” (p.81). El éxito de los comunistas en desactivar
esa revolución social, y establecer su hegemonía, está
estrechamente vinculado a la creciente desmoralización de la zona
republicana, en la cual el PCE y sus aliados fueron aislando a todos aquellos
que tenían una actividad autónoma.
En todos estos aspectos centrales y determinantes España
traicionada incluye importantes elementos documentales.
¿España traicionada? Si. El pueblo español fue
traicionado o, mejor dicho, doblemente traicionado. Por una parte los países
democráticos, incluyendo las izquierdas gobernantes en Francia,
traicionaron a los demócratas y a las izquierdas españolas
abandonándoles a su suerte. Primera traición. La segunda
traición, de la cual trata la obra reseñada, es la que la
URSS de Stalin, sirviéndose de sus instrumentos políticos
en España, cometió contra una España revolucionaria,
que fue instrumentalizada en todo momento a los intereses estratégicos
y a los apetitos de poder del totalitarismo soviético.
No hay comentarios:
Publicar un comentario