La batalla de Madrid




19 de Noviembre de 1936

EJÉRCITO NACIONAL

En el sector de El Escorial pequeños avances de nuestras tropas.
En los barrios de Madrid ensanchamiento de las zonas ocupadas, rechazándose varios ataques del enemigo, al que se ocasionaron numerosísimas bajas y cogiéndoles cuatro ametralladoras.
En el aire bombardeos intensos de los puntos de importancia militar, siendo derribados por nuestras fuerzas aéreas cuatro aviones de caza enemigos.

EJÉRCITO REPUBLICANO

PARTE OFICIAL DE GUERRA

Frente del Centro.- La jornada en el día de hoy ha terminado sin que se modificase la situación de nuestras tropas, a pesar del intenso ataque del enemigo. Se ha combatido con extraordinaria dureza atacando las tropas facciosas y contraatacando nuestras fuerzas briosamente en distintos puntos de la Ciudad Universitaria y Casa de Campo.
            Las posiciones alcanzadas en la mañana de hoy han sido conservadas.
            Se han hecho al enemigo algunos prisioneros, se le ha volado un polvorín y se le ha capturado material de guerra. Un fuerte contraataque dirigido por el enemigo contra nuestras posiciones en las últimas horas de la tarde, apoyados con carros de combate, fue enérgicamente rechazado, ocasionándoles muchas bajas.

PARTE DEL MINISTERIO DE MARINA Y AIRE

A las ocho de la tarde.- En el día de hoy nuestras escuadrillas prestaron distintos servicios de vigilancia sobre Madrid durante varias horas, no siendo posible localizar al enemigo.
            A las once y cuarenta y cinco fue vista una gran masa de aviones facciosos, compuesta por 18 aparatos de gran bombardeo marca “Junker”, seis aviones ligeros de bombardeo y 20 cazas, que protegían a los anteriores. Nuestras escuadrillas evolucionaron rápidamente entablando combate contra ele enemigo, durante el cual perdimos nosotros dos aparatos de caza. Derribamos al enemigo seis: tres trimotores “Junker” y tres aviones de caza. Uno de los trimotores “Junker” cayó en la Casa de Campo. Los otros dos cayeron casi verticalmente, estrellándose contra el suelo.

Partes oficiales de guerra: 1936-1939


EXTRAÍDO DEL LIBRO “DURRUTI, 1896-1936”, DE RAI FERRER (Onomatopeya), EDICIONES LIBERTARIAS, 1996.

El día 19 de noviembre , los milicianos de la columna Durruti se preparan para el asalto al Hospital Clínico, ocupado por tropas moras y guardias civiles.
Entramos ahora en el día negro del anarquismo revolucionario...
Tras los primeros combates, los anarquistas ocupan parte de las plantas del clínico, quedando en la zona superior del edificio un contingente de tropas nacionalistas.
Enterado de que sus hombre quieren abandonar a toda costa el Clínico, Durruti ordena a Julio Graves que prepare el coche para dirigirse inmediatamente hacia allí, y cuando Manzana dice que tiene una reunión de la CNT preparada para después, Buenaventura responde: “Es cuestión de media hora y si es cierto que se ha producido una desbandada, mi presencia resultará muy eficaz.”
 Cuando el Packard se pone en marcha en dirección al Hospital, en su interior viajan las siguientes personas: Durruti, el chófer Graves y el sargento Manzana.
Durante el trayecto, poco antes de llegar al lugar de su destino, Durruti y sus acompañantes encuentran a un reducido número de milicianos descontentos, que han abandonado su puesto de combate.
El leonés hace parar el coche; se acerca hasta e grupo y entra en conversación con ellos para convencerles de que regresen a la posición.
Terminado el diálogo, mientras los milicianos se alejan, Durruti avanza hacia el automóvil. En ese instante estalla un fogonazo y el anarquista leonés cae al suelo con una bala incrustada en el pecho.
Ante lo inesperado de la acción, Julio Graves y el Sargento Manzana salen precipitadamente del coche y meten al herido sin pérdida de tiempo en el interior del vehículo.
En menos de un minuto, julio Graves, maniobrando lo más rápido posible hace girar el coche y se dirige a toda velocidad hacia el Hospital de las Milicias Catalanas, instalado en Madrid.
Veinte minutos después Durruti está en el quirófano, donde continúa hasta las cinco de la tarde. A esa hora el leonés es trasladado a una habitación del primer piso.
Efectuado el examen de la herida, los doctores Fraile, Monje, Bastos y Santamaría confirman que la herida es mortal de necesidad y que cualquier intervención quirúrgica es inútil.
Con un proyectil alojado en la zona del corazón, los cuatro médicos sólo pueden redactar un informe en el que especifican el carácter de la herida y la trayectoria de la bala.
Alrededor de la medianoche, Durruti pierde el conocimiento y entra en estado de coma.
A las seis de la madrugada del 20 de noviembre de 1936, Buenaventura Durruti, el hombre y el revolucionario, deja de existir.
Cuatro meses antes había cumplido cuarenta años.
El diagnóstico médico final especifica: muerte causada por una hemorragia pleural.


 La muerte de Durruti (Joan Llarch)



Durruti con un mauser a la espalda.

Testimonio de Antonio Bonilla Albaladejo
El fatídico 19 de noviembre La muerte de Durruti
"Me acompañe de dos hombres de mi grupo, los dos buenos compañeros. Uno era Lorente, que elegí por ser el que mejor conducía un coche entre nosotros, el otro era Miguel Doga, catalán, de oficio carpintero, hombre de pocas palabras y muy valeroso. Pusimos en marcha el coche que los compañeros de Madrid nos prestaron porque con el que vinimos de Barcelona era muy viejo y demasiado grande. Al llegar al cuartel general, Julio Graves que era el chofer de Durruti, terminaba de preparar el "Packard" para el sargento Manzana y Durruti que se disponían a salir con él. Al vernos vinieron hacia nosotros y les conté lo ocurrido. Durruti dijo que quería tener unas palabras con aquel capitán de la Columna Del Rosal. Entonces indique a Julio Graves que siguiera nuestro coche puesto que había algunas calles que estaban batidas por el fuego del enemigo y nosotros elegiríamos las que quedaran fuera de cualquier peligro.
En el "Packard" iba Julio Graves conduciendo en el volante; Manzana y Durruti iban sentados atrás. José Manzana llevaba consigo, como de costumbre su "naranjero" colgándole del hombro en tanto que su mano derecha la llevaba herida y en cabestrillo. Durruti, a simple vista, parecía que no iba armado, pero no era así, porque el se colocaba en el correaje su "Colt 45" en una funda, que quedaba oculta por el chaquetón de cuero. El sargento José Manzana era buen tirador. Ya en una ocasión hallándose la columna en Aragón fui testigo de ello. Nos encontrábamos en Pina de Ebro en casa de un compañero, cuando llegaron Manzana y Durruti. En el momento que entraban, el reloj de la pared casualmente comenzó a dar la hora sonoramente. Manzana sacó la pistola y le dio dos tiros al reloj que se quedo mudo. Cuando le pregunte porque lo había hecho, se limito a contestarme "que no quería que nadie le controlara el tiempo". Continuando con lo anterior, como he dicho, en el coche nuestro íbamos los tres: Lorente que lo conducía, Miguel Doga y yo. Cuando llegábamos a las proximidades de los chalets donde estaban apostadas nuestras fuerzas extremamos mas las precauciones. Cada vez que teníamos que virar en alguna de aquellas calles aguardábamos a que llegase el "Packard" de Durruti para que nos siguiera perfectamente. Cuando doblamos la ultima calle en la que unos cuarenta metros mas abajo estaba el primero de los chalets que ocupábamos, nos detuvimos unos veinte metros mas allá de la esquina. Al mirar atrás vimos que el "Packard" se había detenido y que Durruti y Manzana se apeaban del auto para hablar con cinco muchachos que estaban parados en aquel punto. No puedo afirmarlo pero creo que aquellos jóvenes pertenecían a la Columna Del Rosal y hasta, posiblemente, aquella madrugada habían intervenido en el asalto al Hospital Clínico con los nuestros. El punto donde se encontraban no estaba batido por el fuego enemigo. Estuvimos parados tres o cuatro minutos aguardando y cuando de nuevo volvimos a mirar hacia atrás con deseos de comprobar si el "Packard" nos seguía de nuevo, vimos que el "Packard" se había dado la vuelta y emprendía otra vez el camino de regreso rapidamente. Inmediatamente baje del coche y fui hasta los jóvenes que seguían hablando en la misma esquina. Al preguntarles por que se había vuelto aquel coche, me respondieron que había un herido. Les pregunte si habían reconocido a las dos personas que bajaron del coche para hablar con ellos y contestaron negativamente."


Manzana: un campeón de tiro

"Presintiendo que el herido era Durruti, corrí a mi coche, conté a Doga y a Lorente lo ocurrido, dimos inmediatamente vuelta al coche y nos dirigimos velozmente al cuartel de la calle Miguel Ángel. Nos recibió Manzana quien nos dijo que Durruti no estaba porque había marchado a una reunión del Comité Nacional de la CNT. Le replique que me estaba mintiendo. Palideció intensamente. Sabia que yo era más rápido en sacar la pistola. Rapidamente me observó que si estaba en la Columna era por Durruti y por mi pero que como comprobaba que yo no le merecía mucha confianza, estaba dispuesto a marcharse de ella en aquel momento. Le conteste que el mismo se encargara de mandarme un enlace para avisarme del estado de Durruti. El día 20 de noviembre, día siguiente, a las cinco de la mañana llegó el compañero Mora en una bicicleta para decirme que Durruti había muerto. Yo me encontraba en los chalets con nuestras diezmadas fuerzas frente al Hospital Clínico."

  LOS MANDOS NACIONALES DE  "LA BATALLA DE MADRID"



(*la graduación no tiene porque coincidir con la de la imagen)

DÍA 19

El día 19 siguió la acción ofensiva de Alzugaray en la que Durruti volvió a solicitar un puesto en primera línea. Miaja lo había relevado el día 17 y sólo ante su insistencia autorizó el que se le diera una nueva oportunidad para superar los reiterados fracasos sufridos. Murió al día siguiente en el quirófano del Hotel Ritz (12).
(12)  A resultas de un disparo que le entró por el lado derecho de su torso sobre las 14´00 horas. Este hecho aún hoy suscita controversia por no estar definitivamente aclarado y existir versiones contradictorias sobre el origen del mismo.
Para mandar sus tropas vino desde Barcelona Ricardo Sanz, que allí dirigía la Comisión organizadora de Milicias. Cuando recibió la noticia está en Figueras acompañado del Comandante de Carabineros Ramos que mandaba la Defensa de Costas y en Barcelona el Consejero de Defensa, TCol. Sandino, le extiendió su nombramiento como nuevo jefe de las Columnas catalanas en Madrid a las que se incorporó inmediatamente y a las que encontró en un pésimo estado moral: muerto Durruti y heridos Manzana, Yoldi y Liberto Roslas fuerzas de  Sanz pasaron a retaguardia para reorganizarse y fueron sustituidos en el ataque al Hospital Clínico por el Batallón Mora de la C.N.T. y el Asturias del 5º Regimiento. Buscando el honor de sus propias organizaciones políticas, además de la destrucción del enemigo, se lanzaron al asalto y en él murieron los dos jefes de Batallón. Toda la moral y todas las ansias de emulación se vinieron abajo y se acordó evacuar lo que aún conservaban del edificio, donde aún se combatía piso por piso en cada uno de las siete plantas, que fue íntegramente ocupado por las fuerzas nacionales. El Coronel Alzugaray montó en cólera, arrestó a los Capitanes y ordenó que fuesen expedientados y juzgados. Poco después fue el propio Alzugaray quien cayó herido y le sustituyó en el mando el TCol. Ortega.

"La Batalla de Madrid", Francisco Cabrera, Lista TINET



rganización de la fuerzas en el ataque a Madrid Asi fue la Defensa de Madrid, Vicente Rojo

  • Organización de las fuerzas de los rebeldes en el ataque a Madrid:
    Jefe General: José Varela
    Primer escalón del asalto -a las órdenes de l Coronel Yagüe, Jefe del Tercio de extranjeros-
    Ala Izquierda:
    Col. Nº1 Tte. Coronel Asensio
    Col. Nº4 Tte. Coronel Castejón
    Col. Nº3 Tte. Coronel Barrón
    Ala Derecha:
    Col. Nº2 Tte. Coronel Delgado
    Col. Nº5 Tte. Coronel Tella
    Segundo escalón
    Col. Nº6 Tte. Coronel Alonso
    Col. Nº7 Tte. Coronel Bartomeu
    Composición: Cada una tenía 3 unidades de choque de fuerzas moras o del Tercio, una batería de 75 o 105 y una Cia. de Zapadores
     
    Tercer escalón:

    Columnas Nº8 y Nº9 de composición muy variada, con mas artillería y con unidades políticas de Falange y Requeté.
    Sin encuadrar estaba la Columna de Caballería del Tte. Coronel Monasterio -con 7 escuadrones de sables, 2 de armas de acompañamiento y una batería-, 2 tabores de Regulares, 16 Baterías de artillería de 65, 105 y 155, 3 Cías. de carros de combate, 2 Cías de zapadores, varias baterías de morteros, ametralladoras. y la aviación de caza y bombardeo. Total unos 30.000 hombres a los que hay que añadir el importante apoyo de la 5ª Columna camuflados en la capital. Vicente Rojo supone que se reservaba la caballería mora para la fase de ocupación posterior, por su rapidez de desplazamiento y el terror que causaba a la población civil.
    Sólo había 5 batallones de reclutamiento regular o voluntario y en el primer escalón únicamnete el Bat. Vol. de Sevilla; la masa la formaban tropas del Ejercito de África y en el conjunto sólo había dos Banderas de Falange (Marruecos y Cáceres) en la columna 8 y a partir del día 10 las Banderas de Castilla y Sevilla. -Vicente Rojo indica que estos datos provienen de las propias fuerzas rebeldes, posteriormente minimizados-.

  • Fuerzas republicanas de la Defensa de Madrid
     
  • General Jefe de la Defensa José Miaja
    Jefe del Estado Mayor Comandante Vicente Rojo
    Columna Barceló, en Boadilla y Majadahonda
    Columna Fernández Cavada, en Pozuelo de Alarcón, Humera y Aravaca
    3ª Brigada de Carabineros y personal movilizado bajo el mando del Capitán José María Galán, en Aravaca y estación de Pozuelo
    Columnas Enciso y Clairac, en la Casa de Campo linde Cra.Extremadura
    Columna Escobar en Carabanchel Bajo y Cra.Extremadura
    Columnas Rovira y Mena, en Cra.Toledo y Andalucía
    Columnas Líster y Bueno, en la zona de Entrevías y Villaverde
    Reservas 2 a 4 batallones, 2 a 5 batería incompletas para acción de conjunto, unidades de transporte y de fortificación; sin aviación, sin carros de combate ni blindados salvo algunos restos
    Total entre 15 a 20.000 hombres
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    Cronología del ataque
     
    Día 1 y 2 Conquista por los rebeldes de Sevilla la Nueva, Brunete y Pinto
     
    Día 3 Toman Villaviciosa de Odón y Móstoles
     
    Día 4 Toman Getafe, Alcorcón y Leganés
     
    Días 5 y 6 Toman el Cerro de los Ángeles, Villaverde, Carabanchel Alto y Campamento de Ingenieros
     
    El 6 de noviembre el Gobierno abandona Madrid y hace entrega al anochecer de dos sobres cerrados para el General Miaja y el General Pozas con instrucciones de ser abiertos en la madrugada, orden afortunadamente desobedecida ya que además de la pérdida de un valioso tiempo los sobres habían sido intercambiados por error y Pozas debía salir de Madrid esa misma noche.
     
    Día 7: Las tropas de Varela penetran en la Casa de Campo por el lindero pero son contenidas en la zona del bosque.
    A primeras horas de la noche se consigue de forma casual, dentro de una tanque abatido, la Orden Gral de Operaciones de los rebeldes, que tenían preparado el esfuerzo principal de su ataque con las columnas Nº4, Nº1 y Nº3.

    La Nº1 y la Nº3 penetrarían en la Casa de Campo por los boquetes y las puertas de Rodajos y Batán, progresando hasta el Manzanares, que cruzarían por puentes y vados, para conseguir una base de partida dentro de la ciudad preparando su asalto definitivo, la base era una línea desde el Cuartel de la Montaña hasta la Cárcel Modelo, el objetivo estaba fijado para una sola jornada. La Col Nº4 iría desde Rodajos al Clínico ocupando Garabitas. La Col.Nº1 iría por el camino del Sotillo, Casa de Cobatillas, puente al sur del Ferrocarril, en la linde NO. de la Casa de Campo, y Martín de los Heros, hasta ocupar la base de partida para el ataque a Madrid en el Pº Moret, Rosales, Marqués de Urquijo y Princesa; la Col. Nº3 iría por la puerta de Batán, Fuente del Príncipe, Iglesia, linde O. del Estanque, puente sobre el Manzanares al sur del ferrocarril, avenida hacia el Monumento de los muertos en las guerras coloniales, Rosales, quiosco de la música y Ferraz para ocupar su base de partida en Marques de Urquijo, Rosales, Ferraz, Pza. España y Princesa. Las Columnas Nº2 y Nº5 atacarían sin rebasar el Manzanares desde el puente de Segovia hasta el de la Princesa.
    La Orden de Operaciones del EM de la Defensa preparó el siguiente Plan:
    Barceló y Galán en el flanco derecho atacaría hacia Campamento y desde Humera hacia el sur.
    Clairac cubriría la Casa de Campo en el ángulo sur, manteniendo contacto con la Col. Escobar y si fuera arrollada cubriendo a toda costa el puente de la República.
    Escobar resistiría sobre la Cra.de Extremadura defendiendo el Puente de Segovia.
    Las Columnas de Rovira y Mena defenderían sus posiciones y el Puente de Toledo a toda costa.
    Las Columnas de Líster y Bueno contraatacarían hacía Carabanchel Bajo y Villaverde.
    La Columna Prada, recién formada, cubriría y defendería a toda costa el Puente de la Princesa.
    Enciso y Fernández Cavada atacarían a las unidades que penetrasen en la Casa de campo.
    Los tanques existentes quedaban afectados al flanco derecho y la artillería se preparaba como contrabatería y de apoyo a las columnas.
    El P.C. de la artillería se sitúa en la Telefónica y el de la Defensa en el Ministerio de la Guerra.
     
    Día 8: las columnas Nº4 y Nº1, que ya habían penetrado a la Casa de Campo por Rodajos y el portillo de la tapia derrumbada del ángulo SE, intentan avanzar pero encuentran una fuerte oposición. La columna Nº4 se desplaza hacia el norte pero recibe el ataque de la 3ª Brigada contraatacando desde Humera y ayudada por Cavada y Barceló. La Col. Nº1 se queda sin el apoyo de la Nº4 y una parte debe acudir a ese frente frenando su avance. La Col. Nº3, flanco derecho de la Nº1, sufre la misma sorpresa y se ve frenada; la Col.Nº2 no puede apoyar a la Nº3 ya que Escobar ofrece una fuerte resistencia. Tampoco la Col.Nº5 progresa por la presión en su flanco de Líster y Bueno -ver esquema del ataque-
http://www.madrid1936.es/universitaria/images/croquis1.jpg

     
    Los días 9 y 10 prosigue la lucha en la Casa de Campo; en Húmera se mantiene el frente; el Coronel Clairac en el Lago es herido y sustituido por Galán; Líster y Bueno siguen presionando en la izquierda. La Col.Nº2 gana el Hospital Militar, y progresa hacía el Vértice Paquillo que no alcanza hasta el día 10 y la Nº5 llega a Vértice Basurero (según Martínez Bande esto sucede el día 13)
    Según V. Rojo entre los días 10 y el 14 llegan unidades de refuerzo: la XI B.I. de Kléber, que refuerza y releva a la Nº3 y varios días después la XII B.I. de Luckas cubre un sector del Manzanares. Varios autores estiman que la XI entró el día 8 en la Casa de Campo y la XII el 9 en el Cerro de los Ángeles; sin embargo Rojo ha insistido en el error propagado acerca de la intervención de la B.I. durante los primeros días del asalto, en su opinión algo imposible en los 3 primeros días, ya que la insistente petición de que la XI B.I. se incorporase fue cursada el 6 y el 7 sin resultado y el día 8 tuvo una respuesta telefónica del Jefe de E.M. del Ejercito del Centro, Tte. Coronel Bernal indicando la imposibilidad del auxilio de Kléber para los días 8 y el 9 "por haberle asignado otro cometido el Ministro"; sin embargo parece probado que los internacionales, que constituían de hecho la XI Brigada Mixta y que el día 7 se encontraba en Vallecas-Vicalvaro, tuvieron que atravesar Madrid, lo que ocurrió en la tarde del 7 o antes del mediodía del 8, -hecho recogido en la prensa de la mañana del día 9-, teniendo su primera intervención en la zona de Pozuelo.
     
    Los días 11 y 12 el ataque general perdió algo de vigor y se llevó a cabo, sin éxito, una contraofensiva para sacar a los rebeldes de la Casa de Campo.
     
    El día 13 la Col.Nº1 conquista el Cerro Garabitas, llega a las proximidades del Lago y alcanza el Manzanares en un frente de 1.000m, entre el Puente de los Franceses y el Hipódromo pero sin pasar el río y tiene que fortificarse; el Comandante Romero desde el Puente de los Franceses detiene con unas pocas ametralladores a toda una columna con carros de combate y apoyo artillero; la Col.Nº4 profundiza hacia el N y el O de la Casa de campo sin alcanzar la tapia; la lucha es muy dura, allí pelea la XI B.I.
     
    El día 14 es un día de preparación. para ambas partes.
     
    El día 15 se había preparado una contraofensiva pero los asaltantes habían reunido fuerzas de la Sierra y retaguardia y sumaron también la Col.Nº 2 -Tte. Coronel Delgado-, retirándola de Carabanchel, a la Nº1 -de Asensio- y a la Nº3 -de Barrón- para atacar en la Casa de Campo. Las fuerzas de Asensio toman como base de partida la casa de Firmes Especiales en la cra. de Castilla; de madrugada se abren con explosivos dos brechas de 4m en la tapia de la Casa de Campo, para permitir el paso de los tanques, eran 16 o 18 unidades pero quedaron casi todos embarrancados en el lecho del río; al tercer intento, después de un bombardeo, a las cuatro de la tarde y con sólo una hora mas de luz por delante, se ordenó el asalto a la infantería y consiguen pasar; lo hace el Tabor III de Regulares de Tetuán de la columna Asensio que alcanza de un solo asalto la Escuela de Arquitectura (lo dice Martínez Bande citando a López Muñiz y a José Maristany, revista Ejército nº15, 4, 1941); M. Reverte indica que es Mohamed Ben Mizzian, jefe del III Tabor de Alhucemas quien pasa primero con la 2ª compañía, al mando del capitán Carlos Muslera y les siguen los Tabores II y III. Por la noche pasa el resto de la columna. Según V. Rojo, a pesar de la hipotética igualdad de refuerzos que ambas partes han conseguido, unidades de la defensa recién incorporada caen presa del pánico y retroceden contagiando a otras fuerzas y esto permite que los rebeldes penetren en la Ciudad Universitaria -en Arquitectura huyen voluntarios de la columna López Tienda (M. Reverte); según Guerra y Revolución en España, de D. Ibarrirui y otros autores, tomo 2 p.171, se debió en gran parte a la conducta de una columna confederal-. La jornada pudo ser decisiva para el ataque pero otras unidades reaccionaron y dos batallones de las B.I. en Puerta de Hierro y un batallón de Romero en el Puente de los Franceses -sobre el que gravitó el peso del ataque- aguantaron y estrangularon la cuña de penetración. En el Clínico, la Brigada 2 -Comandante Martínez de Aragón- detuvo frontalmente el ataque.
    El frente quedó en una cuña cuya cara oriental iba en el parque del Oeste desde el Monumento a los Mártires de las guerras coloniales hasta la entrada a la Ciudad Universitaria por la Plaza de la Moncloa -en poder de los defensores-; por el lado occidental desde la puerta de Hierro hasta el río manteniéndose el control del Palacete y las Facultades de Derecho, Letras y Medicina.
    Los días 15, 16 y 17 se bombardeó Madrid con saña con muchas víctimas civiles, siguiendo hasta el 19, lo que motivó la protesta de la embajada de Turquía que sufrió graves daños.
     
    El día 16 se encomienda a la columna de Durruti el avance en dirección al Asilo de Santa Cristina-Estadio, coordinado con los hombres de López Tienda y la XI B.I.; sin embargo el ataque no prospera; los rebeldes toman la Casa de Velázquez, defendida por los soldados húngaros de una compañía de la XI B.I, y la Escuela de Ingenieros Agrónomos defendida por lo anarquistas.
     
    El día 17 se produce el segundo momento decisivo del avance, Asensio desde Agrónomos toma el Asilo de Santa Cristina y ataca el Clínico en el que se pelea de forma encarnizada, Delgado pasa el río desde el Estadio y ocupa la Fundación del Amo, la Residencia de Estudiantes y el Instituto de Higiene. Son heridos el Tte.Coronel Delgado y Mizzian. Miaja y Rojo, de visita a la Cárcel Modelo, asisten a una desbandada de la columna Durruti desde el Parque del Oeste; providencialmente los hombres que huyen reconocen a Miaja y vuelven a la defensa. En el Clínico aun se lucha durante varios días.
     
    El día 20 se toma el Palacete de la Moncloa; ese día muere Durruti y su destacamento es sustituido después de varios episodios conflictivos.
     
    Día 23: Franco decide en Leganés poner fin al ataque directo sobre Madrid.
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MADRID LLEGADA DE MATERIAL DE GUERRA

 

Los sublevados, que han logrado dominar la mayor parte de Extremadura, que se han apoderado de Badajoz, Cáceres y Plasencia, se disponen decididamente al ataque sobre Madrid.

En Badajoz los facciosos han cometido el crímen colectivo más enorme y espantoso que registra la historia. Más de tres mil antifascistas, fueron concentrados en la Plaza de toros. Y, después de haber ocupado las gradas de la plaza, los elementos oficiales, los falangistas, militares, requetés, incluso "señoritas" empezó el espéctaculo.

Los tres mil presos colocados en el redondel, fueron cazados a tiros y muertos todos por las balas de ametralladoras emplazadas en el toril. Y así, de esta forma cruel e inhumana, murieron aquellos seres indefensos, concentrados en el círculo de la muerte.
El avance de las hordas salvajes fascistas, compuestas de mercenarios marroquíes y portugueses, se dirige hacia Navalmoral de la Mata, pueblo de tradición libertaria, que se preparó para recibir a los invasores come se mercían. Y ese gran pueblo, compuesto de campesinos y escasos artesanos, armados solamente con cuchillos y algunas escopetas, se aprestó a la resistencia. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no pudieron impedir que cayera en manos de los mercenarios y éstos, apoyándose en el Tajo y en las cordilleras de Arenas de San Pedro, consiguen llegar por la derecha, al Puente del Arzobispo y por la izquierda al pueblo de Arenas de San Pedro.

Los milicianos, que han salido de Madrid después de haber dominado la sublevación en la villa, se dirigen a Toledo, donde los cadetes, guardia civil y demás fascistas en general concentrados en el famoso Alcázar se hacen fuertes y bien pertrechados, con armas y municiones abundantes, con gran cantidad de víveres, se disponen a resistir hasta la muerte.

Los diferentes intentos que se realizan para conseguir el Alcázar, resultan infructuosos. La ciudad de Toledo, en su casi totalidad, está ya en poder de los republicanos, pero el Alcázar continúa en manos de los rebeldes que lo defienden ciegamente. La desorientación y poca coordinación de los ataques de las fuerzas republicanas, contribuyen poderosamente a que los sitiados no cedan ante la presión de nuestros ataques. Por otra parte, los mismos mandos, que tienen la responsabilidad del ataque, no demuestran tampoco, una firme decisión, muchos de ellos, incluso en los momentos de calma y particularmente por la noche, abandonan Toledo y se marchan a Madrid. En uno de estos innecesarios viajes, muere a causa de un accidente automovilístico, uno de los jefes más ponderados del sitio del Alcázar, Salvador Sediles, conocido en toda España, por haber sido uno que de los que se levantaron en Jaca, en el año 1930, conjuntamente con Fermín Galán.

En realidad, el asedio del Alcázar de Toledo, fue una verdadera sangría para la República. Se perdió un tiempo precioso, que se hubiera podido aprovechar yendo al encuentro del enemigo, que desde el Puente del Arzobispo, se dirigía hacia los llanos de Talavera de la Reina, no encontrando en el camino más que una débil y desordenada resistencia. La falta de experiencia en el arte de la guerra, contribuyó poderosamente a que no se tomaran otras decisiones mucho más prácticas. como hubieran sido las de dejar sitiado el Alcázar y, dominado el pueblo de Toledo, continuar la marcha a lo largo del río Tajo, para conseguir enfrentarse con el enemigo, antes de que tomara Talavera de la Reina por una parte, y por la otra hubiera alcanzado el nudo de comunicaciones de Torrijos, llegando así a Escalona San Martín de Valdeiglesias y también a las alturas de Gredos.

El enemigo hubiera sido facilmente parado en aquellos terrenos montañoso, a pesar de que las fuerzas que se le hubieran opuesto no fuesen muy numerosas. Y no se habría consumido, poco menos que inútilmente, tanta gente en el famoso asedio del Alcázar de Toledo.

Todo esto ocurría mientras el enemigo, en el Norte, ponía también su empeño en liquidar definitivamente la guerra en Asturias y Vasconia a fin de poder dedicar todo su esfuerzo a la conquista de Madrid.

Los demás frentes de España, permanecían casi en completa inactividad y el Gobierno español, no tuvo la feliz idea de preparar, aunque fuera con los escasos medios con que contaba una ofensiva que, partiendo de Aragón, hubiera permitido muy facilmente en aquellos tiempos, que las fuerzas republicanas se internasen por la Rioja, e incluso llegasen a Vizcaya, a fin de procurar establecer enlace con los defensores de aquella región. Mientras tanto, caía Talavera de la Reina, Torrijos, Toledo, San Martín de Valdeiglesias, Navalcarnero y el asedio de Madrid se estrechaba cada vez más.

La Consejería de Defensa de la Generalidad de Cataluña, estaba preocupadísima por la suerte de Madrid. En diversas ocasiones, se prestó apoyo a las fuerzas que se batían en la capital de España, consistente en el envío de partidas de material bélico, pero estas no eran suficientes para las necesidades de la campaña. Era necesario un apoyo más decisivo, más efectivo, para lograr por lo menos, detener el enemigo y establecer una línea resistente, salvando así el inminente peligro de la caída de Madrid.

Se hicieron múltiples gestiones y se convino de momento en que todo el material o su mayor parte, que estaba a punto de llegar a España se destinaría a los defensores de Madrid.

Y, por fin, llegó a Cartagena el petrolero "Campeche". En sus bodegas, en lugar de esencia transportaba armas y municiones. También los marinos, desde el principio de la contienda, libraron grandes batallas y expusieron su vida por la República y la independencia de España.

Me presenté allí, delegado por la Consejería de Defensa de la Generalidad de Cataluña y recibí la nota de todo el material, en su mayoría ametralladoras rusas, Maxims, munición en abundancia y esencia especial para avión. En breves horas, fue descargado el barco. Este material, el primero que llegó a España, fue cuidadosamente depositado en el Arsenal de Cartagena y desde allí, transportado al frente de Madrid.

Unos días después, llega a Cartagena también, otro barco. Este, de nacionalidad rusa -motivo por lo cual no recordamos su nombre- que trae también abundante material móvil. Trescientos camiones -que después fueron popularmente llamados "Katiuskas"- salieron de sus bodegas y se ponen seguidamente en marcha. Otro barco ruso, llega poco después y del mismo son desembarcados siete mil fusiles " Winchester", americanos con varios millones de cartuchos. Transportaba también esté barco, trescientos fusiles ametralladores rusos, conocidos con el nombre de "fusil de plato". El material es excelente. El Winchester americano, es de una precisión y potencia formidables. No obstante, adolecía de un defecto capital: no tiene cargador y las balas han de ser colocadas en la recámara una a una, cosa que en los momentos de dura batalla, ponía nerviosísimos a los milicianos.

Por otro conducto, llega también material aéreo, que es rápidamente montado y se pone en vuelo. Es aquél momento, cuando por vez primera, truenan sobre el espacio de la invicta capital de España, los potentes motores de los "chatos" y de los "moscas" nombre con los que el pueblo bautizó a estos primeros aviones de caza, al servicio de la República.
Desde aquél día estos aparatos, pilotados por personal entusiasta y arrojado. se lanzaron en forma decidida contra los "Junkers" alemanes, que hasta entonces habían bombardeado a placer y con toda impunidad Madrid y sus alrededores. Y podemos ver, como estos pajarracos de la muerte, que mas tarde se conocen vulgarmente con el nombre de "pavas" caen incendiados y sé estrellan en el pavimento de las vías madrileñas. 

El entusiasmo popular y la moral del pueblo madrileño, se elevan a una altura tal que en la capital de España crece por momentos la decisión de no caer en manos del enemigo. Son tan formidables los combates aéreos que se suceden en el cielo de Madrid que basta decir, para destacar su importancia, que en solo día se estrellaron veintisiete aparatos. Diez y ocho enemigos y nueve leales.

Las milicias de la República, se baten en los frentes del centro, con gran decisión y arrojo. Muchas veces vemos que este y esta decisión llevan a los hombres, por su temeridad, a la muerte segura. Y, a pesar de este coraje, el enemigo continúa avanzando y su ofensiva sobre Madrid va ganando terreno. El cerco de la capital de España, poco a poco y día a día, se estrecha cada vez más. como se estrecha la argolla en el cuello de un condenado a muerte.

En medio de un mar de angustias, el Estado Mayor del Ejército leal, en manos del entonces comandante Rojo, estudia la forma de contener al enemigo. El general Miaja, no descansa un solo momento. Se estudia la formación de Unidades regulares, encuadradas con toda disciplina. Está en el ánimo de todos, la constitución de un mando único, que coordine las actividades de la guerra, no ya solamente en Madrid, sino en toda España.

Los partidos políticos y organizaciones obreras, hablan de unificación. Se celebran infinidad de reuniones y centenares de actos públicos, encaminados todos a conseguir este objetivo. Los hombres solo se dan cuenta de su difícil situación, cuando la adversidad y la desgracia se cierne sobre su cabeza. Y a pesar de esto, a pesar de la gravedad del momento, se tropiezan con serias dificultades. No todos son comprensivos. No todos son amantes de renunciar a ciertas prerrogativas, para conseguir que la guerra se desenvuelva con más soltura y con mayores posibilidades de éxito.

Se recurre a la intriga política. A la falsa promesa. A la zancadilla traidora. Y la palabra dada y el documento firmado, no sirve para nada. La comprensión y el sentido de responsabilidad, permanecen ausentes de ciertos elementos, que hasta el momento del levantamiento fascista, eran verdaderas nulidades, verdaderos miserables de cuerpo y alma, que cuando se han visto colocados en cargos de mayor o menor importancia, olvidan que pueden perderlo todo, ya que con la pérdida de la guerra se hundían todas las prerrogativas y todas las esperanzas. Pero no se comprende así en ciertas mentes y se juega a la política en los momentos más peligrosos. Se habla de unificación y de renuncia a los puestos de privilegio y la realidad, más elocuente que las palabras demuestra que no se hace nada de esto. Gente que solo piensa sacar el máximo provecho de la nueva situación. ¡Pobres infelices...!

Mientras tanto, el fascismo, que no discute, que solo tiene una razón y una idea fija, va ganando terreno en el avance hacia su objetivo: Madrid.

La situación es cada día más angustiosa. Madrid está condenado a morir entre las garras del invasor, que cada día está más cerca. El Gobierno está desacreditado. No existe. Y es que en realidad, no tiene ningún plan de defensa ni se preocupa de esto. Solo el pueblo está a la altura de las circunstancias y se dispone, desesperadamente, a no sucumbir ante el invasor.

El desagrado entre el pueblo, por la acción pasiva e incomprensible del Gobierno que rige los destinos de España, es cada día mayor. Y finalmente, se manifiesta en forma pública, exigiendo la creación de un Consejo de Defensa Nacional que vele sobre el País. Lo pide y lo exije insistentemente. No obstante, el Gobierno continúa indiferente a todo. Es el único vencido. Es el único que vive fuera de la realidad y que no sigue las cosas de cerca. Por esto, cada momento que pasa, queda más divorciado del país que ya le repudia y desprecia. La presión popular se acentúa. Y finalmente el Gobierno que se ve cada día más desautorizado dimite y se constituye un nuevo Gabinete, que por su composición satisface, en principio, a la opinión en general.

Este nuevo Gobierno, se encuentra con una realidad que es más poderosa qué sus propias fuerzas. La proximidad del frente y la posibilidad de una inminente caída de Madrid no le permiten hacerse cargo de todos los asuntos pendientes y trabajar con cierta independencia. Y por esto decide, con la disconformidad de varios de los propios Ministros, trasladar su residencia a Valencia, para desde allí, aglutinar las necesidades de todos los frentes, no ya solamente para salvar Madrid, sino además de modificar el plan general de la defensa de la independencia de España.

Libre Madrid de la carga pesada, que representa un Gobierno con su inmenso aparato burocrático, que entorpece y complica hasta las cosas de más sencilla solución. el pueblo, en lugar de sentirse abandonado y decaer sus ánimos, como creyeron muchos, revive. Se recobra a sí mismo. Se opera una reacción formidable, que asombra incluso a sus propios habitantes.

No obstante, el peligro de la caída de Madrid en manos del invasor, no se aleja. Es cada día más inminente. Pero los ciudadanos no desfallecen. Morirán todos antes que ceder su tierra.

Y mientras se constituye la Junta de Defensa de Madrid, allí, en la calle de Serrano 111, se encuentra instalado en un modesto hotelito, el Comité de Defensa de la C.N.T. que no descansa un momento. Cuenta con un gran cerebro. El de un modesto trabajador. El de un hombre casi ignorado antes del movimiento subversivo. Eduardo Val. Todo está concentrado en él. Nada ni el más pequeño detalle escapa a su poderosa imaginación, y   a todo cuanto se le plantea encuentra solución inmediata. Es de una capacidad que no se agota. Los defensores de Madrid los que están en las trincheras, cuando tienen que consultar algo, no van a los despachos oficiales. Saben que allí no se soluciona nada. Todo está completamente muerto en Madrid. Solo en un lugar de la capital, se vibra y se vive la guerra. En la calle de Serrano. Se ven coches, que llegan y parten rápidamente. Camiones, que se acercan y desaparecen enseguida,

Fue, en resumen, el Comité de Defensa Confederal el nervio, el receptáculo, que por espacio de varios días, dirigió la defensa de Madrid. 

Y allí Val, el alma del Comité, con media docena escasa de compañeros que le rodean, logró de forma sencilla, sin aparatos burocráticos y sin ostentaciones, coordinar la defensa dé la capital, que no pudo antes organizar todo un Gobierno de la Nación. 

Mientras el Comité de Defensa Confederal de Madrid desplegaba esta inmensa actividad, se iban coordinando las actividades casi abandonadas por la partida del Gobierno a Valencia. Y el general Miaja -con amplios poderes del Gobierno- llama a las organizaciones sindicales y a los partidos políticos y les plantea la necesidad de que se constituya una Junta de Defensa de Madrid integrada por sus representantes. Los reunidos coinciden con las apreciaciones del general Miaja y se procede rápidamente a la constitución de la junta en la que estaban representados todos los partidos y organizaciones sindícales.

Esta Junta, que presidía el propio general Miaja, ejerció durante bastante tiempo las funciones del Gobierno en Madrid, y todas las resoluciones de importancia le eran sometidas. Poco a poco, fue desapareciendo su eficacia, a consecuencia de que el Gobierno, desde Valencia, iba decretando y daba soluciones con carácter nacional, a los problemas de la guerra.

En unos días se producen en Madrid acontecimientos de gran importancia. Por una parte han llegado las primeras fuerzas internacionales, que vienen bien equipadas y armadas. Son hombres de ideas casi todos. Hombres que ante la convulsión que atraviesa España, han abandonado su país, para desafiar la muerte, defendiendo la libertad de un pueblo. Se presentan bien formados. Bien alineados. Sus mandos, excelentes luchadores, Hans Beimler, Kléber, Walter, Lukask y Wolpianski, llevan su hombres a la línea.

Y lo primero que hacen los internacionales, al ser trasladados a la línea de fuego -hasta aquél entonces casi no se había hecho nada en este sentido, en la guerra sostenida en el centro- fue construirse cada uno su pozo de tirador. Una trinchera, un parapeto y el refugio contra la aviación.

Los defensores de Madrid, se dan perfecta cuenta de esto es escencialísimo. Y Madrid, que había permanecido poco menos que indiferente a la fortificación, entonces pone todos sus efectivos no combatientes a esta tarea. El Ramo de la Construcción hace un llamamiento a sus afiliados y todos se prestan a trabajar por la guerra. Allí, a escasos metros del enemigo, construyen las trincheras. Muchos son los que mueren, sosteniendo su arma: el pico o la pala. Pero esto no es obstáculo para los que quedan. Las trincheras se profundizan, se construyen refugios sólidos, zanjas de enlace, etc. Es el primer paso firme que se da para la verdadera y eficaz defensa de Madrid. 

El enemigo, que a lo largo de la guerra ha demostrado que no se ciñe nunca a una dirección fija de ataque y que tantea los frentes para conocer cual es el lugar que menor resistencia le opondrá a su acción, logró en algunos lugares infiltrarse y así consigue apoderarse de las alturas de Garabitas, desde las cuales domina, con artillería, todo el casco urbano de la capital. Desde entonces, los cañonazos del enemigo. truenan noche y día, sin cesar un momento. Se hace un verdadero derroche de municiones, y, las azoteas, ventanas y balcones del pobre Madrid, saltan hechos añicos ante el fuego enemigo. No obstante, Madrid se mantiene firme. Madrid no capitula.

Los moros y los legionarios, que han logrado colocarse en los márgenes del río Manzanares, en la parte de la Casa de Campo y Ciudad Universitaria, abren un boquete y se filtran hasta las grandes construcciones de la ciudad estudiantil. Nadie los detiene. La defensa se hace cada vez más difícil, debido a la espesura de los bosques que existen en los alrededores (Parque del Oeste, parte del cual ya está en poder del enemigo). Y Madrid lanza desesperadamente el S.O.S.

El Gobierno de Valencia, insinúa a la Generalidad de Cataluña, la necesidad de que fuerzas del frente de Aragón, entonces inactivo, se trasladen inmediatamente a Madrid. Ocurría esto en los días 7 y 8 de Noviembre de 1936.

La Consejería de Defensa de la Generalidad, Celebra una reunión. Asiste a la misma Federica Montseny, ministro del Gobierno de la República y representaciones de todos los partidos políticos y organizaciones sindicales. También asisten representantes de las Columnas que operan en Aragón.

La cuestión se plantea con toda crudeza. Madrid dentro de unas horas, de días como máximo, se perderá dice Federica Montseny- si no se va inmediatamente en su ayuda.
Y todos convienen en ayudar Madrid. Muchos jefes de Columnas, se ofrecen voluntarios para ir, con sus hombres a la defensa de la Capital. Pero esto no puede aceptarse. Es imposible abandonar el frente de Aragón por completo. Y se conviene que salgan unos millares de milicianos para Madrid, al mando de un hombre de prestigio. Y se señala allí que este debe ser Durruti.

En el frente, cuando los milicianos se enteran que es necesario defender Madrid y que fuerzas de Aragón se trasladarán allí se arma un verdadero revuelo. Todos se disputan el lugar de honor. Quieren luchar. Quieren salvar Madrid del peligro que le acecha.
Y cuatro mil hombres -aproximadamente- son concentrados con urgencia en los lugares de partida. Durruti, deja provisionalmente el mando de su Columna en Aragón y se traslada a Madrid.

Hace el viaje rápidamente. Solo se detiene unos instantes en Valencia, para recibir instrucciones del Gobierno. Y llega a Madrid. Era el día 11 de Noviembre de 1936.
Durruti, a su llegada, se presenta inmediatamente al jefe de las fuerzas y a su Estado Mayor. O sea al general Miaja y al comandante D. Vicente Rojo y anuncia la llegada de sus milicianos.

La noticia corre por Madrid como un reguero de pólvora. Ha llegado Durruti. Viene con su formidable Columna a defendernos- se dice por todas partes- Y el entusiasmo que esto despierta, ya hace creer que Madrid no puede perderse. 

Gira Durruti una visita de inspección a los frentes, cosa que puede realizar en unas horas, ya que el frente solo está separado del centro de-Madrid por escasos kilómetros y con vías de comunicación excelentes. Y queda asombrado del abandono existente en las fortificaciones.

Desde su Puesto de Mando -instalado en la calle de Miguel Angel 27- llama al ministro de la Guerra Largo Caballero y le expone con ruda crudeza sus impresiones. Se lamenta de que se le encargue hacer frente a una situación tan delicada, más que por otra cosa, por el abandono que se ha tenido con Madrid. Le dice Durruti, textualmente, al Ministro, que si el fascismo no se ha de Madrid, ha sido porque los sublevados no han tenido decisión, pues Madrid, en realidad, está completamente indefenso y las fuerzas que lo defienden, si bien en distintos puntos se baten con heroísmo, en otros no hacen nada para detener al enemigo. Y así se explica la constante progresión de este y principalmente en la Ciudad Universitaria, Cerro de los Angeles, Carabanchel Alto y Bajo.

El Ministro de la Guerra, se excusa. Dice que queda Durruti facultado para atender, de acuerdo con el Estado Mayor, la Defensa de Madrid, la cual debe ser hecha con las posibilidades existentes teniendo en cuenta que el Gobierno, por su parte, dará las facilidades necesarias y pondrá en manos de los defensores de la Capital, todos los medios que tenga a su alcance. Anuncia la llegada de más fuerzas internacionales y, también, aviación y algunos tanques los cuales serán inmediatamente que lleguen puestos en juego para poder oponer una resistencia más eficaz al enemigo.

Mientras tanto, las fuerzas de Durruti, están a punto de llegar a Madrid. Se les espera por todos. Reina gran entusiasmo popular. ¡ Es la salvación de Madrid ! dicen.

Y con esta esperanza, se combate y se muere en las trincheras como no había ocurrido hasta aquél entonces.

Se busca alojamiento para las fuerzas, que han de llegar y se determina queden instaladas en unos amplios locales, de la calle de Granada. Y llega el 13 de Noviembre de 1936.

A últimas horas de la tarde, aparecen en la Capital de España, los milicianos de Durruti, que son aclamados. Se trasladan a la calle de Granada, con la intención de que pasen allí la noche y puedan ser atendidos y alimentados debidamente, ya que llegan fatigadísimos de un pesado viaje.

Pero los cálculos fallaron. Pocos momentos después de haberse colocado las fuerzas en los locales de la calle de Granada, se sabe que el enemigo ha conseguido ocupar la mayor parte de los edificios de la Ciudad Universitaria y que avanza sin encontrar casi resistencia, hacia la Cárcel Modelo y Plaza de la Moncloa. En la noche anterior habían sido retirados los presos fascistas de la Cárcel, ya que los sublevados, sin tener para nada en cuenta que los detenidos allí son los suyos, desde hace horas bombardean el edificio constantemente.
Miaja llamó a Durruti y le da cuenta de la situación. Le pide que las fuerzas que han llegado, con todo y reconocer su estado de cansancio, partan inmediatamente al frente pues de no oponerse una barrera al enemigo, este habrá entrado en la Moncloa antes de hacerse de día y penetrando por la calle de Giner de los Ríos, se colocaría en las mismas entrañas de Madrid. Dice Durruti que esto es imposible. El ha visto a sus hombres. Conoce el agotamiento de los mismos. Y manifiesta que la entrada inmediata en fuego de sus hombres, puede dar resultados funestos.

Miaja comprende todo esto. Pero está Seguro que los únicos que pueden salvar Madrid. Y Madrid se "salvó" el 14 de Noviembre y no el día 7 como por todas partes se ha dicho-son los milicianos, que han venido de Aragón. El comandante Rojo, coincide con él. Piden ambos a Durruti, que con su autoridad moral consiga convencer a sus milicianos y que aquella misma madrugada entren en línea.

Durruti ni contesta. Sale precipitadamente del Ministerio de la Guerra lugar donde residía el Estado Mayor- y se dirige rápidamente a la Calle de Granada.,
Reune a sus hombres. Les expone la necesidad de salvar Madrid. Les dice lo que se espera de ellos: "Comprendo lo que representa para vosotros Salir ahora mismo a luchar-dice Durruti- pero es necesario hacerlo. Y a la cabeza vuestra iré yo -añade- a luchar con vosotros, contra el invasor.

Sin discusiones y sin dilaciones, vibran todos. Se preparan. Contentos y decididos, recojen las armas y el equipaje. Inician su formación en el amplio patio de la casa-cuartel. Durruti los revista. Y con ellos, en el silencio de la noche, sale Durruti hacia el combate. Hacia el lugar de la muerte. A la Plaza de la Moncloa.

A medida que las fuerzas se aproximan al frente, se perciben más claramente las explosiones de los cañones y el fragor del combate. En diferentes lugares de la ciudad, se lucha encarnizadamente.

Los internacionales. han ocupado la parte izquierda de la Ciudad Universitaria y se extienden por el interior de la Casa de Campo, hacia la Puerta de Hierro, en dirección a Aravaca. Solo falta que los hombres de Durruti lleguen a tiempo de taponar el boquete existente, que se extiende desde el Parque del Oeste, hacia la Estación del Norte y que representa una constante amenaza, para la Seguridad de la capital.
Llegan los milicianos a los parapetos. Parapetos improvisados. Adoquines levantados de las calles, que no son trincheras sino simples barricadas. Se está haciendo la guerra en Madrid, de la misma forma que se habían hecho huelgas en Barcelona. Es una verdadera pena.
Durruti coloca a los hombres, nerviosos y anhelantes que desean entrar en combate. Quieren ver a los moros, que son la pesadilla de todos los combatientes. Los más bravos, han sido dotados de fusil ruso ametrallador, de plato con los que aún no han disparado un solo tiro pero que, en los breves minutos que los han tenido en sus manos, han aprendido  ya a manejar. Los acarician, como el niño acaricia su nuevo juguete. Esperan la hora de emplearlos. Y esta llega al fin.

Los tanques enemigos. han cruzado ya el Manzanares. Van progresando hacia adelante. Y los hombres de la Columna Durruti, sabiamente colocados entre los coquetones hotelitos que se esparcen alrededor del Parque del Oeste y sus inmediaciones, esperan el momento de atacarlos.

Grupos de milicianos, se adelantan y lanzan bombas de mano sobre los tanques de la muerte. Estos, uno tras. otro, retiemblan y se inclinan hacia adelante, hacia atrás, hacia sus costados, rotas sus cremalleras por las bombas. La infantería enemiga, que sigue a los tanques, vacila y no se atreve a avanzar al ver la metralla que cae sobre estos. Hacen un alto en el camino, e inician la retirada. Es entonces, cuando los milicianos disparan sin cesar contra el enemigo. Los fusiles ametralladores vomitan la- muerte. Las filas enemigas, son diezmadas continuamente. Los soldados al servicio del fascismo, reaccionan y hacen frente. Pero no les vale de nada. Los milicianos, disparan incansablemente. El olor de la pólvora anuda sus gargantas. Les ahoga y emborracha. Y saltan de los parapetos, persiguiendo el enemigo, al cual obligan a refugiarse en su punto de partida . La Ciudad Universitaria.

Existen allí unas explanadas, que los milicianos de Durruti, ciegos de coraje y decididos a exterminar a todos los enemigos, intentan salvar. Pero no pueden conseguirlo, porque el fuego de ametralladora enemigo, les barre completamente. Y no hubo más remedio que volver a los parapetos.

Y así, con el acto de heroísmo de unos hombres, que antes de entrar en lucha, estaban cansados y agotados. se salvó Madrid en la mañana del día 14 de Noviembre de 1936.
¡ Las fuerzas de Durruti, se han cubierto de gloria ! -Es -la exclamación que se oye por todo Madrid. Ya todo el pueblo conoce- lo ocurrido. Los internacionales -que se han batido también excelentemente- admiran y elogian a los hombres llegados de Aragón. El entusiasmo popular, traspasa los limites de la- capital de España y se . traslada a todos los frentes de : lucha.

Los sublevados, por su parte, están coléricos. Las órdenes decisivas, que habían recibido de sus mandos para apoderarse de, Madrid, les fallan todas por uno u otro motivo. Se han enterado de la forma que combaten los milicianos. Han visto el valor de, la Columna Durruti. Y preparan nuevas ofensivas, más fuertes aún si cabe, que las llevadas a la práctica hasta aquél entonces. 

Ya no confían tanto en la infantería mora. Preparan, más bien las armas pesadas. Los cañones. La aviación. Los tanques. Y las casas de Madrid, tiemblan ante la lluvia de metralla que cae sobre ellas.

Intentan nuevamente la toma de Madrid. Persisten en su ataque por la Plaza de la Moncloa. Y se puede ver como donde no existían mas que simples parapetos, los milicianos de Durruti, habían construido, en pocas horas, como por arte de magia, verdaderas trincheras y excelentes parapetos, e incluso, refugios contra la aviación. Conocen el empeño del enemigo, para conseguir la toma de Madrid. Por ello, saben que la lucha no ha terminado con el triunfo obtenido en su primera batalla. Esperan, decididos y vigilantes, a los invasores, para hacerles morder nuevamente el polvo de la derrota.

Los combates, se suceden nuevamente. Combates que se prolongan noche y día, sin descanso, durante varios días. Pero el enemigo, no consigue sus propósitos. No puede avanzar ni un solo paso, ante la tenacidad de las milicianos republicanos. Ya Madrid, está. definitivamente salvado. Lo ha salvado Durruti. Lo han salvado sus hombres. Y lo han salvado, también, los internacionales y con ellos todos el heróico pueblo madrileño, que ha renacido con el apoyo y el sacrificio de los que han acudido en su defensa.

Va combatiéndose sin interrupción. Y llegamos así hasta el día 19 de Noviembre de 1936, fecha de triste memoria. Hecho el recuento de las. bajas, se calcula en más del 60 % las sufridas por el personal de la Columna Durruti, en su mayoría, por muerte. Y en las filas de los Internacionales las bajas también fueron numerosísimas.

Madrid, está intranquilo aquel día. Se nota la preocupación en todos, los rostros. Algo anormal ocurre. Lo que no había conseguido el enemigo, con sus constantes ataques lo logra un hecho que, por su significación, conmueve a todo el mundo. Se dice que ha sido gravemente herido uno de los hombres más representativos del frente. Y no se concreta su nombre. Pero se procura que entre los combatientes de la Columna Durruti, no trascienda la noticia. Eso hace suponer a todo el mundo, que el herido es el propio jefe de la Columna, Buenaventura Durruti.

Hay otros heridos también. Manzana, el técnico militar de la Columna. Miguel Yoldi, Liberto Ros y otros destacados elementos de la Columna Durruti también están heridos.
Esto hace aumentar el rumor. Y finalmente se sabe la noticia: Durruti está herido. Y herido de muerte. Una bala disparada desde el Clínico, ha penetrado en su cuerpo por la tetilla y por la espalda. Se le traslada al Hospital de las Milicias Confedérales, donde el experto cirujano, Dr. Santamaría, trabaja lo inenarrable para salvarlo.

La mesa de operaciones, donde descansa el hercúleo cuerpo de Durruti, aún palpitante, está rodeada de sus mejores amigos y compañeros, que anhelantes, interrogan al Doctor, para saber si la gravedad de la herida permitirá salvarle. El Dr. Santamaría presto a empezar la delicada operación, no contesta a nadie. Ordena inmediatamente que todos, absolutamente todos, se retiren de la sala de operaciones. Marchan todos. Y allí, Santamaría con los mejores cirujanos madrileños, que se han congregado para auxiliarle, empieza su trabajo. Todo es inútil. La bala cumplió su misión de muerte. Y el cuerpo de aquel gran hombre, fue Perdiendo poco a poco el calor y la respiración se hace más pesada y difícil.
Muere Durruti. Muere el salvador de Madrid, en el momento que más falta hacía para continuar defendiéndolo y para poner todo su vigoroso esfuerzo, en defensa de toda España. Era el día 20 de Noviembre de 1936.

La noticia, corre Por toda España. Hombres y mujeres, lloran desconsoladamente. No hay forma-humana de consolar a todo el pueblo antifascista español. La muerte de -Durruti, fue sentida por todos. Sin haberlo pedido- se convirtió Durruti en el ídolo del pueblo. Y, más que ídolo, era la propia alma del pueblo español... Fue esta una de las más duras pruebas, en el transcurso de la guerra.

La muerte de Durruti traspasa, incluso, los umbrales de lo suyos. Los propios fascistas reconocen que, con la muerte de este gran hombre, han ocasionado una pérdida irreparable a las filas de los republicanos. Su radio lo dice públicamente, dedicando incluso elogiosos recuerdos al héroe, al que dan el nombre de "general rojo". Madrid se ha salvado.  ¡ Pero a qué precio!

La sangre derramada defendiendo la capital de España, no sido estéril. Los hombres que, anhelantes han llegado a Madrid procedentes de Cataluña y del extranjero, han sucumbido en su inmensa mayoría, pero la capital de España, continúa en manos de los republicanos.
Mientras tanto, en Cataluña existe una preocupación enorme. Pasados los momentos de dolor, al conocerse la muerte de -Durruti, se hace necesario encontrarle un substituto. Alguien que sea capaz de seguir la obra del gran desaparecido y que, al propio tiempo, inspire confianza a los combatientes catalanes. Se habla primeramente de García Oliver. Pero éste, es ministro de Justicia del Gobierno de la República y no puede ocupar el lugar del caído.

En la Consejería de Defensa, se estima que soy el más indicado para ocupar la vacante. Y, en Figueras, donde me encontraba inspeccionando la defensa de las costas de Cataluña, recibo una llamada telefónica, en la que se me da la terrible noticia de la muerte de Durruti y la inesperada, también, de que he sido designado para substituirle. Y con ella, la orden de que deje inmediatamente todos los trabajos que realizo, en suspenso y me presente en Barcelona, para salir sin pérdida de tiempo, hacia Madrid.

Comunico estas noticias a¡ comandante Ramos, de Carabineros que es jefe de las Fuerzas de la Costa y que se encuentra a mi lado. Y se promueve- como en todas partes al conocerse la noticia- una escena verdaderamente conmovedora. Esta noticia, cae allí y produce un efecto mayor que él que produce un bombardeo de la aviación.

Serenados los ánimos, todos piensan en la misión que deben cumplir. En Barcelona, por el propio Consejero de Defensa, se me entrega un nombramiento oficial que dice textualmente: "Por el presente escrito, se nombra jefe de todas las fuerzas catalanas que operan en el frente de Madrid, al compañero Ricardo Sanz, el cual se hará cargo del mando de dichas fuerzas, en el plazo más breve posible, por exigirlo así las actuales circunstancias. Dado en Barcelona a 20 de Noviembre de 1936. El Consejero de Defensa de la Generalidad de Cataluña. Sandino (firmado)."

A la mañana siguiente, estaba ya en Madrid. La muerte de Durruti, había logrado desmoralizar un tanto a sus fuerzas, hasta entonces habían luchado con gran arrojo y heroísmo.

 Como la muerte de Durruti, se había producido al bajar este de su coche y precisamente no se encontraba con sus hombres en los parapetos, se corrían los más absurdos rumores, hasta el extremo de asegurarse que Durruti había sido muerto por la espalda, al dirigirse a la línea de fuego. Estos rumores acompañados del quebranto existente en las filas de la Columna como ya hemos dicho antes, había tenido un 60 % de bajas, nos colocaba a todos en una situación muy delicada.

En medio de aquél ambiente enrarecido y confuso, me hice cargo del mando del resto de los hombres que habían salido de Aragón con Durruti, con el premeditado propósito de salvar Madrid, aunque tuvieran que morir todos. Pero este propósito, estaba ahora algo cambiado. Pesaba sobre ellos el terrible hecho de la muerte de Durruti. Y pedían, en su inmensa mayoría, volver a Aragón, donde la guerra no exigía, en aquellos momentos, tan grandes sacrificios a unos hombres que voluntariamente combatían por la. causa de la República.

No obstante esta situación confusa , auxiliado con el apoyo de la ministro Federica Montseny y de otros buenos amigos, que se encontraban en Madrid y se habían hecho la promesa de no abandonarlo, hasta que estuviera completamente salvado, se logro que solo un número reducidísimo de combatientes, regresara a Aragón y la mayoría permanecieron en Madrid, dispuesto a defenderlo por encima de todas las cosas.

Días más tarde, la Consejería de Defensa atendiendo mi petición, organizó una nueva expedición de fuerzas. Y así la Columna Durruti de. Madrid, volvió a estar nutrida y en condiciones de ocupar su sitio de honor en el frente, lo que hizo inmediatamente, relevando a una de las Columnas internacionales, que ocupaban las posiciones existentes desde la Casa de Campo hasta las inmediaciones de Aravaca.

Allí, en los famosos combates de Aravaca y de la Casa de campo, los hombres de Durruti, los milicianos de Cataluña continuaron ofrendando su vida para conseguir sus deseos: Que el enemigo no avanzara un solo paso en Madrid.

Contenido el enemigo en la Ciudad Universitaria y en Aravaca, intenta otro nuevo golpe sobre Madrid. Escoje el sector del Jarama, donde por sorpresa, consigue avanzar y ocupar. La Marañosa, cortando finalmente la carretera general que une Madrid con Levante. Pero esta maniobra. le falla también. Los obreros madrileños, trabajando noche y día incesantemente, abren ,nuevas vías de comunicación que, aún dando un pequeño rodeo, sirven para que más adelante, se unan nuevas carreteras con la principal de Valencia, cortada por el enemigo. 

Se combate encarnizadamente y la batalla del Jarama ha sido una de las más duras. Murieron millares de hombres, de ambas partes. Pero el enemigo. no logra sus propósitos. El poco terreno que conquista, no le recompensa el esfuerzo realizado la preparación y desarrollo de su gran ataque.

No cejan en su empeño los militares traidores. Madrid es su objetivo y su pesadilla. Franco y sus lacayos, preparan nuevos ataques.

Las fuerzas enemigas que operaban por Majadahonda, Pozuelo de Alarcón, La Rosa, Bohadilla del Monte y que pretendían ocupar El Pardo, eran de nacionalidad alemana. Alemanas eran también, las que atacaban por el Jarama y que tuvieron un fracaso tan evidente.

Y se suscitó, por lo visto, en el campo enemigo una cuestión de competencia internacional. Los italianos quisieron probar su suerte, quizás con el premeditado propósito de colocarse plan superior al de los alemanes. Y entonces, fue cuando se inició, la fuerte ofensiva sobre Madrid, partiendo del sector de Guadalajara.

Las fuerzas italianas, compuestas de camisas negras y flechas de todos los colores al mando de Bergonzoli, partiendo de la vía general que une Madrid con Zaragoza, se lanzaron al ataque con ímpetu, pretendiendo cercar, una vez más, la Villa del Oso y el Madroño. Y logran en los primeros días, algunos. progresos que les infunden confianza. Avanzan, Triunfan en parte.

Pero el Ejército Popular -que ya está constituido en su casi totalidad por Divisiones y Brigadas bien encuadra-se prepara para el contraataque, a pesar de contar con muy pocos elementos. Y, la contraofensiva se produce con tanto éxito, no solo logra paralizar el avance del ejército italiano, sino que le infligen. una de las más grandes derrotas y, quebranto que haya soportado ejército alguno en la guerra moderna.

La 14 División, mandada por un obrero, Cipriano Mera y por el ingeniero Venardini, con sus millares de hombres, propinaron esta gran derrota a los extranjeros, que querían dominar Madrid y que solo consiguieron cubrirse del ridículo espantoso que registra la historia.

Y Madrid queda definitivamente salvado. Se estabilizan sus frentes. Ya no hay ofensivas brutales contra la invicta capital. Tiroteos de trinchera a trinchera, minas subterráneas que estallan por ambas partes. Así, transcurren los meses.

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